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La mirada, el agua y el castigo (2024) Acrílico/lienzo 44x55 cm |
Hacía tiempo que no disfrutaba una exposición con lo hice con ésta. Cuando pregunté hasta cuándo estaba abierta al público, el galerista me dijo que hoy cerraba y mañana cuando abra ya habrá descolgado los cuadros: dura lo que dura hoy. Hablamos luego de los colores, el verde y la mezcla con amarillo, blanco y otros verdes. Detrás del muro, en la otra sala, hay un cartel que yo no había visto, me indica. En el cartel se explica la síntesis de la exposición. Yo, hasta entonces, sólo había podido comprobar, y es poca cosa, que había cuatro estilos, uno, el más llamativo, el de los colores verdes, paisajes muy Cézanne y personajes barrocos reconstruidos de Rubens o Tiziano; un segundo grupo abstracto, de mayor tamaño, de colores vivos; el tercero una serie de pequeñas obras como pictogramas y una cuarta serie muy viva, también pequeñas, de acuarelas que no fotografié por evitar los reflejos del cristal del enmarcado.
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Susana t los viejos (2024) Acrílico/lienzo 33x41 cm |
La mirada, el agua y el castigo
Hay dos historias, dos bíblicas y otras dos de la mitología griega que nos hablan de los posibles peligros de la mirada, de mirar -por malicia, vanidad o inadvertencia- aquello que no debe ser visto; Susana y los viejos, David y Betsabé, Narciso y Eco, Diana y Acteón. Coinciden en que el objeto del deseo de los mirones se encuentra en el agua y mirarlo lleva implícito un castigo.
Estos relatos, más bien sus estructuras narrativas, son susceptibles de generar cuatro composiciones visuales análogas pero bien diferenciadas, que no sólo sustenten un aviso moral sino que también sean metáforas de la pintura (en cuanto que es objeto de la mirada), de la acción de pintar (que pretende aquello nunca visto), del propio pintor (ensimismado en su propia imagen proyectada sobre el lienzo), o, incluso, del espectador (desprevenido frente a una propuesta visual inesperada).
Es cierto que un cuadro no necesita de la palabra para organizarse como significante, pero una palabra bien dicha, pertinente, puede producir una imagen y estimular la mirada para que penetre en su sentido más allá del mero relato, de su moraleja o de una supuesta alegoría, porque una vez convertida en pintura, esa imagen ya no es otra cosa sino pintura. Pintura Pura, que contiene en sí todo saber. Jaime Aledo
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Diana y Acteón (2024) Acrílico/lienzo 33-41 cm |
El texto, firmado por el artista, aclara conceptos; las imágenes, las alegorías; la pintura pura lleva al espectador a recrear las historias. No obstante, el texto lo leí en el Metro, de vuelta al taller, lugar donde se revive lo visto y, lo que no nos ha emocionado, se olvida. Y no era difícil en el trayecto encontrar las miradas de David y las de los viejos sobre Betsabé y Susana; ni la metamorfosis del indiscreto Acteón y arrogante Narciso sobre Diana y la desdichada Eco. El castigo quizá fuese haber visto la muestra una sola vez. Cuando publique esto la exposición ya estará desmontada.
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Los traspiés de Susana (2022) Acrílico/lienzo 130x195 cm |
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El susto de Diana (2023) Acrílico//lienzo 116x178 cm. Díptico |
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La caída de Narciso (2024) Acrílico/lienzo 21x116 cm |
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La sumisión de Betsabé (2024) Acrílico/lienzo 97x146 cm |
Jaime Aledo, La mirada, el agua y el castigo en galería Estampa, en calle Justiniano, 6 de Madrid
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