lunes, 28 de diciembre de 2020

Juan Giralt

Agmar (1996) Acrílico y collage sobre lienzo 195 x 162 cm

De entre las exposiciones más interesantes que podemos ver este fin de año es ésta, prácticamente una antológica, de Juan Giralt (1940-2007) en la Galería Cayón, artista madrileño que se convirtió en una de las figuras más representativas y referente de la Nueva Figuración Madrileña junto a Luis GordilloGuillermo Pérez Villalta y Carlos Franco. De formación autodidacta se inicia en el informalismo de los años cincuenta (Guinovart, Tapies, Millares,...) y va transitando entre la abstracción y la figuración de donde "proviene de una etapa en la que explora el expresionismo, el pop y la neofiguración geometrizante y grotesca"; un artista inquieto e intuitivo que investiga y recibe influjos en sus estancias en Londres, París, Ámsterdam y Nueva York para conformar un estilo personal.

Air liner (1990-1991) Acrílico y collage sobre lienzo 130 x 195 cm

La trayectoria artística del grupo se inserta en un momento coyuntural -siguiendo a Wert Ortega- en el que coinciden tanto la transición política de mediados de los 70 y la crisis general de la vanguardia, e implican nuevas relaciones de los artistas con la industria y su expansión mediática, y de la cultura con el poder político emergente imbricado en el contexto de la 'movida madrileña'.

Orto (2000) Acrílico y collage sobre lienzo 195 x 162 cm.

Arpía (2000-2001)Acrílico y collage sobre lienzo 120 x 120 cm

Dioni Nº2 (2005) Óleo, acrílico y collage sobre lienzo 195 x 195 cm

Juan Giralt, La pintura entre extremos en Galería Cayón, calle Blanca de Navarra, 7 de Madrid, hasta el 29 de enero de 2021.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

José Gutiérrez Solana

Murga gaditana (Ca. 1938) Óleo sobre lienzo
Museo Reina Sofía de Madrid

José Gutiérrez Solana (1886-1945) -siguiendo a Angulo Íñiguez- es hijo del sentir pesimista de fin de siglo que caracterizaba a otros artistas y pintores de su época como Zuloaga, el pesimismo inspira buena parte de sus obras, aunque en el caso de Gutiérrez Solana presenta ciertos rasgos de su personalidad un tanto desequilibrada. Gutiérrez Solana había nacido en el seno de una familia acomodada; su temprana afición al dibujo y la pintura fue apoyado desde el principio por su padre, aunque la muerte de éste y de varios de sus hermanos -era el quinto de nueve hermanos- y el trastorno mental que padecerá su madre, va a marcar su carácter, de ahí el calificativo de 'desequilibrado' que utiliza Ángulo. que ahondará su obsesión por la esencia de los personajes que representa de la España de su tiempo, la religiosidad o las tradiciones que aborda con un estilo rebosante de energía, la búsqueda de una identidad de abatimiento que representa la Generación del 98. Desde muy pronto inicia junto a sus condiscípulos Victorio Macho, Roberto Domingo y Daniel Vázquez Díaz escapadas por el Madrid castizo del Rastro y los suburbios de la ciudad alentado por Ricardo Baroja buscando la verdadera naturaleza de sus personajes conociendo de primera mano el mundo de los desheredados, de traperos y mendigos, preocupado, sobre todo, en la faceta amarga y dolorosa de la vida y la misma muerte, una cuestión, la de la muerte, que llegó a obsesionarle hasta hacerle crear un mundo de personajes absortos en su vida interior, de esqueletos y de máscaras, una pintura, en muchos aspectos, tan vigorosa como lúgubre.

La visita del obispo (1926) Oleo sobre lienzo. 161 x 211 cm

En el Museo Reina Sofía podemos ver esta magnífica obra de Gutiérrez Solana y en nota a la obra en su página, leer una descripción de La visita del obispo, en la que el pintor presenta los personajes del cuadro en un semicírculo, colocando éstos al fondo del mismo, dejando la parte delantera libre, lugar donde se sitúa el espectador -esta disposición la podemos ver en otras obras del autor como en La tertulia del café de Pombo-. La escena se ilumina desde arriba, sin que el espectador pueda ver el foco de luz, creando "una atmósfera congelada en el tiempo, ejemplo de solemnes costumbres provincianas, como las mismas sombras de los personajes, proyectadas en los amarillentos lienzos del muro". (Paloma Esteban Leal)

Estas solemnes costumbres provincianas aún se dan en algunos pueblos de Castilla donde el obispo visita el salón de alguna casa principal el día de la Confirmación. Los atuendos han variado, ya no existe tanta pompa. Sobre éstos Gutiérrez Solana los describe en La España Negra, en Cantabria. La procesiónEl obispo, ya viejo y achacoso, anda muy despacio, viste de seda morada; en la mano, enguantada, fulgura una sortija de amatista rodeada de brillantes, y lleva una pequeña vela apagada. A su lado, el gobernador civil con frac y bastón de borlas, y el militar vistiendo el uniforme de general". (José Gutiérrez Solana)

 
Tertulia del café de Pombo (1920)
Donación de Ramón Gómez de la Serna (1947)

También en el Museo Reina Sofía podemos ver Tertulia del café de Pombo (1920). La reseña del museo sobre este cuadro, hace una semblanza del papel que jugaron los cafés y las tertulias durante el siglo XIX hasta la Guerra Civil que consolidan a los cafés como instituciones fundamentales en la vida cultural. La más importante de estas fue la del café y bollería de Pombo en la calle Carretas de Madrid cerca de la Puerta del Sol -aunque Gutiérrez Solana con anterioridad había sido asiduo al Nuevo Café de Levante en la calle Arenal, donde alterna con los hermanos Machado, los hermanos Baroja, Rusiñol, Rubén Darío y Valle Inclán. (RAH)-. A partir de 1915 el café de Pombo fue sede de una de las tertulias más conocidas; organizada los sábados por el novelista Ramón Gómez de la Serna y frecuentada por prácticamente toda la vanguardia española. El cuadro pintado por Gutiérrez Solana, a petición de Gómez de la Serna, es el que conforma la imagen más emblemática de estas tertulias. En el aparecen Gómez de la Serna de pie, el propio Gutiérrez Solana, los poetas y escritores Manuel AbrilMauricio Bacarisse, Tomás Borrás, José Bergamin, Pedro Emilio Coll, el dibujante Salvador Bartolozzi, y el pintor, prácticamente desconocido, José Cabrero.

La costurera (1943). Óleo sobre lienzo (103x83 cm.)

Gutiérrez Solana tiene la capacidad de reflejar en su pintura los ambientes que el espectador cree haber vivido; un retrato muy cercano en el que el color se reaviva y parece huir del ambiente cargado de las tertulias de café y tabernas y las oscuras sombras de las fiestas nocturnas populares. Así parece expresarse en este retrato, La costurera (1943), pintado dos años antes de la muerte del pintor. Un retrato costumbrista de colores vivos ejecutado con líneas muy marcadas que resaltan, sobre todo, el color rojo del vestido presto a ser rematado por la costurera y el blanco sobre el que trabaja. Escena que al espectador le resulta familiar. ¡Cuántas horas había vivido de niño jugando junto a su madre y sus vecinas mientras ellas cosían frente a la luz de la ventana! Coser para la calle, llamaban esa práctica tan corriente en aquella época de posguerra, una ayuda para la casa que concluía agotando la vista de muchas costureras. Aquí la mujer posa frente a la ventana de un piso alto desde el que se ven los tejados de las viviendas vecinas; los colores vivos indican una luz idónea para la costura, sentada en una silla de enea cose una camisa o un traje blanco, ensimismada, concentrada en su labor, pendiente quizás de la charla del corrillo de compañeras, acompañada del sonido de fondo de una radio o del incesante repique de la máquina de coser, y que no cesará hasta que la luz de la tarde se extinga. El cuadro se expone en el Reina Sofía: El pensamiento perdido: la autarquía y el exilio, donde se recuperan obras en rotación permanente. La obra ingresó en el museo en 1988 procedente de la ordenación de fondos del Museo Español de Arte Contemporáneo.

Para esta entrada he consultado a siguiente documentación:

Ángulo Íñiguez, Diego, Historia del Arte, 1984
Castro Martín, Ángel, en Biografías, Real Academia de la Historia
Museo Reina Sofía, ficha técnica de la Tertulia del café de Pombo, La visita del obispo
La España Negra, en Cantabria, Gutiérrez Solana, José.

domingo, 20 de diciembre de 2020

Ángeles Santos

No hace muchas fechas traía a este blog La tertulia del café de Pombo (1920), de José Gutiérrez Solana; tan solo nueve años después una jovencísima Ángeles Santos pintaba su Tertulia. (1929), -ambas en el Museo Reina Sofía-. Mientras el primero era un trabajo que representaba un costumbrismo cultural de la élite vanguardista en torno a Gómez de la Serna plagado de rostros de rasgos duros, hieráticos de la España negra que tan bien representaba Gutiérrez Solana, ahora nos encontramos ante una pintura moderna en su tiempo de una pintora que prácticamente se había dado a conocer ese mismo año que reflejaba en su obra "los principios de la Nueva Objetividad" alemana (reacción artística frente al expresionismo) a través de una joven que apenas conocía las nuevas corrientes artísticas europeas, y que es equiparable a las obras de Otto Dix o Christian Schad (Paloma Esteban Leal)

Tertulia (1929) Óleo sobre lienzo 130 x 193 cm.

La primera obra que vi de Ángeles Santos (1911-2013) fue su Autorretrato, (1928); luego descubrí su gran obra Un mundo (1929), una obra grande en todos los sentidos, tanto por su calidad artística como por su tamaño  2,90 x 3,10 metros. Éstas son las dos obras que el Museo Reina Sofía de Madrid tenía en exhibición en aquel momento junto a Tertulia (1929), Dos hermanos (1930); otras como Niños y plantas (1930), Cena familiar (1930) y Lilas y calavera (1930) no recuerdo haberlas visto hasta visitas más recientes. Eran obras de una jovencísima artista que impresionará a los intelectuales de su época. Este éxito -comenta Paloma Esteban en su nota a la obra Cena Familiar, provocará a su vez un fuerte impacto emocional en la pintora "un constante conflicto, generado por la confrontación entre esas ansias de conocer y experimentar las nuevas corrientes de vanguardia y las vivencias cotidianas del ambiente cerrado de una ciudad de provincias" -Santos vivía en Valladolid-. Sobre su presentación en Madrid en el Salón de Otoño de 1920, Ramón Gómez de la Serna escribe: "En el Salón de Otoño, que es como un submarino del Retiro, náufrago de hojas y barro, ha surgido una revelación; la de una niña de diez y siete años, Ángeles Santos, que aparece como Santa Teresa de la pintura, oyendo palomas y estrellas que le dictan el tacto que han de tener sus pinceles".

Autorretrato (1928) Óleo sobre lienzo 62 x 44 cm.

Sobre su Autorretrato (1928), en la página del museo no hay ningún comentario al margen de los datos de esta obra que la pintó Santos con tan solo 17 años. Es una de esas obras en la que hay que detenerse ante los ojos y la mirada la adolescente que mira fija al espectador. Quizá no haya que añadir más comentario a la obra sino observarla una y otra vez.

Un mundo (1929) Óleo sobre lienzo 2,90 x 3,10 cm

En el comentario a Un mundo (1929). en la entrada del museo a cargo de Raúl Martínez, éste destaca la impresión que causó la obra cuando fue presentada en el IX Salón de Otoño: "Un monumental lienzo de 3 x 3 metros realizado en Valladolid por una artista que desconocía de primera mano lo que se estaba realizando en Europa en esos momentos". La obra tuvo un gran impacto en los intelectuales del momento, desde Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, García Lorca. y el ya citado Gómez de la Serna. Destaca la influencia que recibió Santos anto de su entorno más cercano como de publicaciones y revistas de vanguardia: "la más influyente fe el libro Realismo mágico, post expresionismo de Franz Roh que, traducido al castellano en 1927, le permitió conocer, al menos en fotografía, la obra de artistas como Joan Miró y los miembros de la denominada nueva objetividad alemana con los que Un mundo tiene mucho en común", sin ahorrar elogios a una obra que califica de "sorprendente, original y moderna".

Sobre Un mundo, la crónica del IX Salón de Otoño de 1929, extraemos unos párrafos de Mª Dolores Barreda Pérez en las que afirma que "El realismo autodidacta de Ángeles Santos reflejado en Un mundo era poco menos que un milagro, teniendo en cuenta la temprana edad de la artista y el poco contacto con las nuevas tendencias artísticas y culturales que vivía en Valladolid. Un surrealismo que murió con ese cuadro, pues Ángeles no volvió a pintar a nada parecido".

Para saber más sobre las obras, los textos de referencia los pueden encontrar en:

apintoresyescultores.es/tag/ix-salon-de-otono-de-1929/  texto de Mª Dolores Barreda Pérez de la Asociación Española de Pintores y Escultores
gigapixel.museoreinasofia.es/es/un-mundo-angeles-santos/#2/13.8/-97.0 texto de Raúl Martínez del Museo Reina Sofía


MUSEO NACIONAL DE ARTES DECORATIVAS

Se acaba el año y no he podido hacer realidad uno de mis proyectos: una visita a Valladolid, pero la fortuna ha venido a satisfacer uno de esos deseos siempre anhelados, ver obra de Ángeles Santos. Pretendía ser una visita rápida al Museo de Artes Decorativas, a la exposición Al bies que se ha convertido en un aluvión de imágenes inesperadas con obras de la propia Santos, Mallo, de Velasco, Blanchard,... De Ángeles Santos dos obras, Retrato de la marquesa de Alquibla (1928) y Estudio para tapiz de escena cortesana con mandolina (1926). Ambas son obras de colecciones particulares por lo que es un lujo y una excelente ocasión para poder contemplarlas porque superan con mucho las dos imágenes que traigo aquí.

La marquesa de Alquibla (1928) Óleo sobre lienzo
Colección particular

Estudio para tapiz de escena cortesana con mandolina (1926)
Óleo sobre tafetán de algodón. Colección particular

Al bies. Las artistas y el diseño en la vanguardia española, en Museo Nacional de Artes Decorativas en calle Montalbán, 12 de Madrid, hasta el 31 de marzo de 2024.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Cristina García Rodero

HOLI, LA CELEBRACIÓN DEL AMOR

No recuerdo por qué razón no guardo fotografías de esta exposición, pero la misma tiene la esencia de las obras que se pueden ver el Prado, sin llegar a ser fotografiadas se mantienen vivas en el recuerdo del visitante quizá por que sabe que no volverá a verlas si no se tienen delante. Los juegos de la mente son infinitos y uno de ellos es éste. La exposición Holi, la celebración del amor en la galería Juana de Aizpuru la recuerdo plena de colorido, exultante, irradiando pureza, unas obras de gran tamaño, como la que ilustra esta entrada, imágenes ante las que el espectador puede pasar minutos indagando en ellas sin más propósito que disfrutar de la belleza. Tras esta exposición o quizá durante ella, vino la pandemia. Tardé casi un año en volver a la galería, pregunté, pero ya no quedaba nada de la muestra.

Holi, la celebración de la primavera. 120x80 cm.  (2019)



 MAGNUM: EL CUERPO OBSERVADO

Estas fotografías pertenecen a la muestra Magnum: el cuerpo observado en la Fundación Canal, donde podemos ver una excelente selección de la obra de 14 fotógrafos. Una magnífica exposición en torno al cuerpo humano de una variedad temática y técnica de la fotografía: la intimidad en lo individual y en lo social; la cultura y lo espiritual: la religión, el amor, el sexo, los ritos sociales que cada uno de los fotógrafos trata con verdadera maestría. En estos últimos, los ritos sociales que se desarrollan en torno a las comunidades humanas, nos introduce la obra de Cristina García Rodero a través de una reflexión sobre las creencias y los rituales profundamente arraigados en la tradición . En la presentación de sus fotografías, la artista resume así el trasfondo de su trabajo: "He intentado fotografiar el alma misteriosa y mágica de la España popular, con pasión, amor, humor, ternur, rabia, dolor y verdad". Nada mejor que acompañar las imágenes y los textos que las describen en la propia sala, y la semblanza y trayectoria artística de García Rodero, una de las grandes figuras de la fotografía.

Una promesa a la vida. Peregrinación de Nuestra Señora de los Milagros de Amil
Ami. Galicia. España (1975) Copia moderna en gelatina de plata.
Cristina García Rodero/Magnum Fotos

Estas personas forman parte de la procesión alrededor del Santuario de la Virgen de los Milagros en Amil, Pontevedra. Los fieles rodean la iglesia de rodillas, encadenados o en ataúdes, para pedir favores o dar gracias a la divinidad. Esta festividad tiene lugar el primer domingo después del 8 de septiembre.

En 1973 Cristina García Rodero recibió una beca de la Fundación Juan March para producir una semblanza fotográfica de España, documentando la rica cultura de zonas rurales que estaba apunto de desaparecer. El trabajo se convirtió en un proyecto más amplio que duró varias décadas y que fue publicado en 1989 con el título de España oculta.


Antoñito. Peregrinación de Santa Marta de Ribarteme
Ribarteme. Galicia. España (1981) Cristina García Rodero/Magnum Fotos 

Celebrada el 29 de julio, esta festividad religiosa es conocida a nivel internacional como el "Festival de experiencias cercanas a la muerte" y también es co nocida popularmente como "Romería de los ataúdes". Los fieles que estuvieron en riesgo de muerte durante el año anterior (o sus familiares) son llevados en ataúdes por sus seres queridos, vestidos de luto, al santuario de Santa Marta, la hermana de Lázaro. Al afrontar su propio funeral, esta peregrinación se convierte en la máxima celebración de la vida.

Entre 1974 y 2010 García Rodero trabajó regularmente en Galicia. Le fascinaba la vitalidad y autenticidad del folklore y las festividades religiosas locales, que a menudo mezclaban rituales paganos y cristianos. El uso del cuerpo en estas fotografías obedece tanto a razones penitenciales como festivas. Las acciones de los retratados expresan su espiritualidad, sus sueños y deseos, y adquieren un significado a través del contexto, que está determinado por la identidad cultural del grupo y su adhesión a la tradición. Los cuerpos involucrados en estos actos también son vehículos a través de los cuales se transmite la memoria.

La amortajada. Peregrinación de Nuestra Señora de los Milagros de Amil
Ami. Galicia. España (1977). Cristina García Rodero/Magnum Fotos

Los misterios del bosque. San Pedro de Líncora, Galicia. España (1993)
Copia moderna en gelatina de plata. Cristina García Rodero
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Estas dos figuras enmascaradas asisten a una celebración de carnaval. El Entroido Ribeirao (Carnaval de la Ribera) se celebra con anterioridad a la Cuaresma en varias parroquias a lo largo de las orillas del río Miño. Los carnavales fueron prohibidos en toda España entre 1937 y 1970, debido a su potencial de Sátira, crítica u subversión del status quo social, religioso y político.

Magnum: El cuerpo observado, en Fundación Canal, en Mateo Inurria, 2 de Madrid, hasta el 04 de abril de 2021.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Luis Garrido

Luna y caracoles (1975). Tapiz de alto lizo
 No es habitual asistir a una exposición de tapices modernos, algunas podemos ver de los clásicos, desde Goya a la que se expone en el Palacio Real de Madrid -tapices basados en cartones de Rafael-; por eso es tan interesante ésta de Luis Garrido que podemos ver en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid con el título genérico: Luis Garrido. Tapices, y en la que podemos descubrir a uno de nuestros artistas más interesantes.

Paisaje (1969) Tapiz de alto lizo
La reseña que podemos leer en las cartelas de la exposición sobre la persona y obra de Luis Garrido (Madrid, 1925), son breves, aunque en ellas podemos introducirnos en su personalidad a través de una de sus primeras obras: El grito (1958) que en originalmente se tituló "El prisionero político, obra de juventud, en la que resuenan ecos del Guernica". Éste es uno de los primeros tapices que elabora recién instalado en su taller de tapicista, como él mismo definía su trabajo: "Pintor, y sobre todo dibujante, de formación, había regresado recientemente de una estancia de dos años en París (1956-1957), donde huyó para zafarse del clima opresivo de la dictadura y estudiar grabado en la École des Beaux Arts. Encontró, además, "ese París que cuenta Cortázar en Rayuela", y se las ingenió para obtener un permiso extraordinario del Ministerio de Cultura para aprender tapicería en la Manufactura de los Gobelinos, comprometida con un programa de aproximación al arte contemporáneo".

Homenaje a Miguel Hernández (1961) Tapiz de alto lizo
La cartela de este tapiz, que se expone junto al boceto, destaca la pasión de Garrido por la obra de Miguel Hernández, "en un momento en que la poesía blindaba un espacio de libertad expresiva menos presionado por la censura que la novela o el cine , Garrido reproduce en el tapiz un terceto de un soneto de Miguel Hernández. La inclusión de textos en la artes visuales fue un recurso habitual entre los que cultivaban el realismo social, para acentuar la claridad de los mensajes". El simbolismo de esta obra se concentra en la violencia de la escena en la que un toro -el pueblo español- es atacado en un campo de cardos por un águila -representación de la dictadura-. El texto que reproduce el tapiz pertenece al soneto Como el toro he nacido para el luto, del El rayo que no cesa (1934-1935).

Continuando con la reseña personal del artista, la cartela destaca que Garrido llevaba años buscando un lenguaje propio. Lo construyó sumando referencias a la estética de las vanguardias históricas expresionistas, abortada tras la Guerra Civil y apreciable sobre todo en Homenaje a Miguel Hernández (1961) y en El Urogallo -del que esta exposición muestra un boceto-, y el realismo social y expresionista imperantes a fines de los años cincuenta e inicios de los sesenta. Sus tapices de entonces tienen un contenido crítico de intención política y ética, que comparte con otros componentes del grupo Estampa Popular, del que fue cofundador.

Nubes blancas (1989) Tapiz de alto lizo
Durante este período trasladó al tapiz la investigación plástica que había desarrollado como pintor. Partiendo de bocetos previos, en los que plasmaba ideas gráficas, buscó formas y matices complejos a partir de combinaciones de hilos de una gama deliberadamente muy limitada de colores. Se sirvió del proceso técnico del tapiz para transformar las formas y las imágenes, y para madurar el lenguaje sintético, geometrizante y colorista que caracterizaría su obra en los sucesivo.

El Urogallo (1960) Boceto para tapiz. Acuarela sobre papel
La cartela de la acuarela El urogallo es sumamente interesante: "Hice el tapiz porque había leído cómo se cazaba el urogallo y me pareció una canallada: matar un animal cuando está en celo, aprovechando que se queda sordo con cada grito". "Pero el urogallo canta", añade, subrayando el valor de la protesta y de la crítica a pesar de los sacrificios que implica". A continuación se detalla la profunda connotación social que provocó esta obra: "Garrido regaló un ejemplar del grabado que realizó a partir del boceto y del tapiz a los asistentes a un homenaje que le dedicaron los intelectuales de la izquierda madrileña, a raíz del éxito de una exposición individual en la galería Biosca (1960). Fue una de las obras repetidamente secuestradas en los domicilios de los que fueron detenidos por el régimen durante estos años. El texto del tapiz fue adoptado posteriormente como lema para la revista Urogallo, también de corte progresista, publicada a partir de 1969".

Mediodía (1991) Tapiz de alto lizo

Campo de amapolas (1961) Acuarela sobre papel

Verano (1990) Tapiz de alto lizo.
De la serie Las estaciones

Luis Garrido. Tapices, en el Museo Nacional de Artes Decorativas, en la calle Montalbán, 12 de Madrid, hasta el 24 de enero de 2021.