REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO DE MADRID
En este museo encontré este Jardín de montaña (Sa Coma IV), al que tan sólo cabe añadir el texto completo de la cartela que lo acompaña:
Mallorca es un capítulo especial en la obra de Rusiñol, que en 1904 pasa allí una larga temporada. Se entusiasma con los jardines creados por el archiduque Luis Salvador de Austria en Miramar, cerca de Sa Coma; la luz radiante que invade este cuadro nos devuelve la belleza de un verdadero paraíso. Años más tarde, Rusiñol publica un libro sobre Mallorca, L'lla de la Calma, en que elogia a su mecenas: Prohibió que en todo su término se pudiera cortar una rama, y el bosque, agradecido, se ufanó en vestirse de gran belleza, y cuando la sombra cubrió las montañas hizo caminos bajo los árboles; pero caminos medio ocultos, que no hirieron el paisaje ... Eso es el Archiduque: un hombre de gusto y un hombre de corazón. Rusiñol pinta diferentes vistas de este lugar, entre ellas Muralla verde (Museo de Bellas Artes de Oviedo) y Anfiteatro verde, que poseyó Ignacio de Zuloaga y hoy conserva el Museo Zuloaga de Zumaya (Guipúzcoa).
MUSEO REINA SOFÍA DE MADRID
Este retrato de Sarah Bernhardt pertenece a la época en la que Rusiñol vive en París, donde conoce y convive con varios artistas españoles, entre ellos Manuel Utrillo, Ramón Casas e Ignacio Zuloaga. Esta obra del Reina Sofía es especialmente interesante porque una vez que Rusiñol se centra en el paisaje y sobre todo en los jardines que tanto éxito le depara , a partir de 1900, coincidiendo con una profunda transformación personal -cura su adicción a la morfina, tras dos intervenciones quirúrgicas pierde un riñón y rehace su matrimonio, roto en 1897-, el pintor "excluye deliberadamente la forma humana de su obra pictórica". (Palau-Ribes O'Callaham, Mercedes, en ficha de la Real Academia de Historia).
El pasado invierno leía un artículo de Joan Maragall que se había publicado en el Diario de Barcelona en abril de 1900: La obra de Santiago Rusiñol. En él Maragall analiza El jardi abandonat, tanto la obra como la personalidad de Rusiñol; a aquélla la califica como "la obra más bella que la tristeza de Santiago Rusiñol ha producido". En la pintura de Rusiñol destaca la falta de luminosidad en sus paisajes, como un atardecer sombrío y nublado o un otoño de tonos ocres donde se espera la caída de la hoja caduca. No es, sin embargo, la personalidad de Rusiñol la de una persona triste: "La tristeza parece ser el resorte estético de nuestro poeta-pintor; el humorismo, la blague, tan característico en su personalidad en muchas de sus obra, se nos figura simple distensión de unos nervios que han vibrado demasiado en la belleza de las cosas tristes".
Fauno viejo/Faune vell (1911) Óleo sobre lienzo |
"Y es que la tristeza melancólica de Rusiñol, enamora a la triste belleza de las cosas que mueren" -continúa Maragall en otro párrafo-. Y a esta muerte de la hoja y del día, la tristeza melancólica de la luz crepuscular tamizada, concluye Maragall; "así como los Jardines de España, en cuyas dilatadas perspectivas hay como un alejamiento hacia el pasado y en cuya maravillosa transparencia de luz hay toda la delicadeza de una visión que adivina algo más allá de la realidad finita, son la condensación plástica de aquellas mismas cualidades, esencia de la personalidad del artista".
Maragall, Joan, La obra de Santiago Rusiñol, en Obres completes, obra castellana, Ed. Selecta, Barcelona, 1981.