viernes, 7 de diciembre de 2018

Dalí y el surrealismo en la Colección de Arte ABANCA

La confusión del taumaturgo (1926). Giorgio de Chirico (1888-1978)
"Sobre los tablones de un muelle en perspectiva se contraponen dos figuras
de maniquíes. El primero -el taumaturgo o mago- está concentrado en la
creación de formas arquitectónicas que parecen surgir de su propio vientre...
"

Esta exposición nos introduce, a través del Manifiesto del surrealimo (1924) de André Breton, en un selecto grupo de obras de la Colección de Arte ABANCA. La muestra arranca con un cuadro de Giorgio de Chirico que nos traslada al sugerente mundo de los sueños y que nos hará transitar por la sala a través de obras de Miró, Dalí -que da nombre a la muestra-, Óscar Domínguez, Max ErnstMatta, Maruja MalloWilfredo Lam o la del gallego Eugenio Granell, -recordar que ABANCA es una entidad gallega-. na exposición que recoge la esencia del surrealismo sin la necesidad de abrumar con un gran acopio de obras. Cada una de estas obras tiene un comentario más extenso de lo normal que permite al visitante interpretarlas de forma tan sencilla como rigurosa. De entre todas una obra que me ha atraído especialmente, la del también gallego Urbano Lugris, artista desconocido para mí y cuya obra encabeza esta entrada, que, como cita  la presentación, aunque conoció  el ambiente surrealista madrileño y se acercó a la obra de Dalí no llegó a integrarse en el grupo sino que "recluido en su Galicia natal durante la posguerra, desplegó, sin embargo, un personal realismo mágico". 

Las rosas sangrientas (1930) Salvador Dalí (1904-1989). "En 
el primer plano, una mujer desnuda se ofrece a la mirada. Su
disposición recuerda a Andrómeda, encadenada a una roca..."

Principio y fin. Urbano Lugrís (A Coruña, 1908-1973) La obra, óleo sobre
 tabla (1948), en ella el artista representa "En un tormentoso paisaje de
 altos acantilados,  unas velas rasgadas parecen sugerir una tragedia..."

Dalí y el surrealismo en la Colección de Arte ABANCA, Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid hasta el 27 enero 2019.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Helí García: Los días verdes

Obra para Mao (20x20 cm) 2018
No en tu nombre, si lo dice, / no en tu imagen si la pintan, escribe Pedro Salinas a quien leía mientras ibía a la exposición Los días verdes de Helí García. Lo hacía con un solo propósito, conocer  personalmente al propio Helí. Parte de la obra creía reconocer gracias a las redes, -que tienen la virtud de acercarnos al instante a cualquier obra, aunque tienen el gran defecto de desvirtuarla-. Había visto su anterior exposición en la Galería BAT, Zoografía e histeria, de 2013, un compendio de crítica sutil y acerada a los personajes que nos rigen. Me gustó, y esperaba algo similar, un discurso social y reflexivo contra nuestras élites -quién sabe, pensé-. Pero no fue así, encontré un relato plagado de sencillez que invita a la introversión y reflexión intimista; pinta, como leía una vez en el Pradoen la cartela de un cuadro aparentemente anodino de Brueghel el Joven, que el éxito de aquella pintura era captar lo cotidiano, donde el espectador se reconocía en aquellos paisajes nevados, en los patinadores o en las fiestas campestres.

Juegos en la colina (97x195 cm) 2017
Podía haber comenzado esta entrada con una recurrente cita evocando al verde verde lorquiano; sin duda lo pensé, pero hubo dos razones por las que no lo hice; la primera porque la obra es tan sencilla como acogedora, sin esa vertiente surrealista cargada de dramatismo que evoca García Lorca en su poema. Aquí, la pintura y su trasfondo no tiene nada oculto, aunque en alguna de las obras se quiera pretender verlo, como esa pareja que descansa sentada en un tronco y ella sostiene un nido en su regazo, y si la escena puede evocar algo en nuestro subconsciente, cualquier evocación se desvanece al instante con la ardilla que en el otro extremo del árbol contempla a la pareja. La segunda razón, más concisa aún, estaba leyendo a Pedro Salinas, tan sencillo como emotivo, y en ese momento los poemas del madrileño encajaban más que los del granadino.

Tres niños aburridos (60x73 cm) 2018
La pintura, la poesía, arte y sencillez, como la mano que sostiene un pájaro, -podía haber escogido otra obra para encabezar este texto, tan pequeña como ése, como la del cachorro que lame la cara de su dueño-, en definitiva algo natural y sin aparente importancia. Y es que Helí se muestra en la línea de aquellos pintores flamencos del siglo XVII que mencionaba al principio o en el espíritu de las pinturas de Goya, retratando lo cotidiano, invitando al observador a contemplar la vida, tan privada como pública y abierta de la gente sencilla y lo natural: los niños corriendo, esa pareja sentada en el tronco del árbol, de nuevo los niños que descansan y parecen aburridos en su quietud, la sirvienta que descubre bajo la tarima del suelo que limpia un tesoro de flores. Helí capta ese momento en el que parece parar todo movimiento, el instante mágico que sólo el ojo del artista sabe retener, libre y espontáneo, sin la necesidad de construir un discurso que justifique su obra.

Sirvienta (97x146 cm) 2016
La pincelada larga y enérgica que transmite seguridad a la hora de ejecutar el cuadro, una evolución podemos pensar que lógica, ese camino tan largo que conduce a la madurez: -A veces, me decía, como artista me he visto en la difícil tarea de tener que pelear y defender estilos forzados, discursos discutibles o formas incomprensibles-. A veces, he de reconocer, también me ha pasado, y es entonces cuando percibo la necesidad de retomar el camino de la normalidad, de la imagen real y dejar a un lado el concepto y el discurso vacío de contenidos.

Paisaje con excursionistas y árbol talado (97x195 cm) 2017
Y, concluyo, entresacando unos versos de Salinas ...con la punta de tus dedos / pulsas el mundo, le arrancas / auroras, triunfos, colores... 

Helí García, Los días verdes, en BAT Alberto Cornejo, en María de Guzmán, 61 de Madrid hasta el 5 de enero de 2019.