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Mariano José de Larra, obra de Jesús María Perdigón en los jardines de la calle Bailén de Madrid |
Prácticamente todos los textos que se refieren al suicidio de
Mariano José de Larra hacen hincapié en la frustrada relación amorosa del escritor con
Dolores Armijo, aunque, siguiendo al profesor
Francisco Seco Serrano, el suicidio de
Larra no fue sino la gota que colmó el vaso de su desánimo, -acababa de perder su condición de diputado por Ávila sin llegar a tomar posesión del cargo- a la vez que supuso para éste sellar sus turbulentos amores con
Armijo.que había decidido volver con su marido y abandonar el país.
La intención de esta entrada es únicamente publicar las informaciones aparecidas en la prensa de la época los días que siguieron a su muerte. Los textos están trascritos tal como aparecen en prensa.
REVISTA NACIONAL,
Núm. 172,
Pág, 681-682 Jueves 16 de Febrero de 1837
En este número se publicaron tres artículos, uno de ellos el poema que leyó
José Zorrilla en el funeral de
Larra.
SUICIDIO DE DON MARIANO JOSE DE LARRA
Despues de
dos días de un dolor acerbo, despues de haber derramado sobre la tumba de un
infeliz amigo, de un ingenio privilegiado, lagrimas de verdadera amargura,
trazar sobre el papel algunas frases de consuelo, es ceder á esta naturaleza
cuyos beneficios son alivio á nuestros pesares. De todas las pérdidas que, en
los años de una existencia borrascosa, nos ha hecho esperimentar la mano de la
muerte, ninguna, lo juramos, ha obrado en nosotros una sensación mas profunda y
terrible que la de nuestro misero amigo D. Mariano Jose de Larra. De cuantos
cuellos la muerte ha segado, ningun cuello mas digno de no caer: de cuantos
corazones ha helado la tumba, ninguno mas noble, mas fogoso y abrasado. Una
existencia de borrascosas afanes, de verdadera contemplacion, ha formado el
tejido de un drama sublime cuyo desenlace... está encerrado en la tumba: esa
flor hermosa no pudo arraigarse en un suelo corrompido; esos ojos de fuego
abrasaban á los que osaban mirarlos, y la flor se marchitó, y se apagó el fuego
de los ojos.
¡Pobre
poeta!..... Lanzado del cielo á una tierra de maldición, sediento en el
desierto, sediento en el desierto, jamás llega á asentar sus pies en el suelo;
menos que un ángel, mas que un hombre, es solo, sin tener á donde tornar la
vista ni á quien pedir una hora de delicia. Sus horas no son horas, son
eternidades de agonia, y por cada instante de placer que se escapa á sus labios
de las manos del Criador, una nueva eternidad de pena viene á exigirle una
terrible espiación.
¡Pobre
poeta!..... Cuando inclina su frente al suelo, que quiere unir sus labios á los
labios de un mortal, que se rebaja á ser hombre, entonces se levanta un grito
de la sociedad que es como un soplo asolador que marchita la flor mas pura,
entonces el poeta que creyó poder ser hombre y que dejó el cielo se consume en
la tierra, se agita en estos estrechos limites del mundo, y tiene que dejarlos
para subir al cielo, su morada.
Ayer, al
acompañar el carro fúnebre del malogrado Larra, mil vahos pensamientos de dolor
agoviaban nuestro corazón; era un amigo que llevábamos á la mansión de los
muertos, era un poeta desgraciado que ibamos á entregar á la tierra, era una
esperanza trocada por un recuerdo. Tantos amigos en nuestro torno, todos
tristes, todos melancólicos, todos llorando una muerte que no podian aplaudir
pero que todos deploraban, recordando una existencia brillante pero
desgraciada, un instante de delirio coronando una vida de filosofia.
El cadaver de
don Mariano José de Larra quedó en la huesa, y al lado de su sepulcro su joven
amigo el distinguido don Mariano Roca Togores elevó su voz de tristeza;
pronunció el elogio fúnebre del filósofo que durante su vida se ha cubierto con
una risa sardónica, que ha arrojado un sarcasmo sobre la sociedad donde vivió
tan infeliz en medio de los placeres.== Nos contó algunos particulares de la
vida de su muerto amigo, y hemos oido con placer que en breve verá la luz
pública un drama que dejó sin concluir y que continuará uno de sus amigos bajo
el titulo de Quevedo.
En seguida el
fantástico joven don José Zorrilla leyó con el mayor fuego una composición
hermosa; á la cual damos lugar en nuestras columnas por parecernos digna de ver
la luz pública. Algunas estrofas sobre todo han sido estrepitosamente
aplaudidas, y en una reunion compuesta en su mayor parte de artistas, debian
encontrar por cierto eco tan sentidos versos, gritos espantosos de una especie
aparte de hombres que viven en el mundo con una vida de agonia.
Allí se acabó
todo; se acabó el trato de los hombres con un cuerpo de barro; pero en el
corazon de sus amigos, en la memoria de todo hombre sensible no se acabará
jamas el recuerdo del infeliz Larra, víctima de una pasión desgraciada, de una
exageración poética peligrosa. ¡Ojalá no sea el último joven fogoso que de
igual modo tenga el mundo que llorar!(1) He aqui, ó jóvenes, hasta donde
arrastra una alma de fuego el huracán de las pasiones !.... Guar! ó jovenes!...
aprended en esa tumba!....==J. de S. y Q.
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EL SUICIDIO
¡Siempre lo mismo! girar, volver y revolver,
ir y venir y siempre al principio del camino, creidos de tocar el término del
viaje nos hallamos al principio. Progreso! ilustración! ¿Y hacia
donde progresamos? la verdad sea dicha, retrogradamos, hemos perdido la senda,
y Dios sabe a donde nos conducirá la tempestad y la oscuridad de la noche. ¿Qué
somos? ¿Es posible la felicidad? ¿ó estamos en este mundo para ludibrio del que
nos formó? Blasfemia abominable que solo pueden pronunciar los labios de un
impío, de quien haya llegado á dudar de todo, de quien haya perdido la fe,
esa virtud ridiculizada y que es sin embargo una confianza sin limites que
endulza nuestros mas amargos momentos y nos detiene al borde del precipicio. No
confundamos jamás al hombre con un pedazo de lodo dispuesto para moverse un tiempo y luego cesar y dejar de ser. Entonces
la creacion hubiera sido un sarcasmo. ¿Pues qué el hombre está condenado
irremisiblemente á vivir en el infierno de las pasiones? ¿No tiene al lado de
sus llamas y de su fuego eterno, la gloria y el galardon prometido á la virtud?
¿Qué le queda ya al hombre que no cree en nada, que ha desconfiado de su Dios?
Quien en su insensato orgullo quiere ver en las tinieblas que rodean el destino
humano, ese, vaga errante sin describir jamas la luz y al fin perece
estrellado. Muy lejos estamos nosotros de conceder el título de grande
al hombre que quiere luchar con la sociedad á brazo partido; se lo disputamos
porque no lo merece. El hombre es muy chico para combatir con el mundo; la
temeridad no debe confundirse con el valor, ni la locura con la desgracia.
Al mundo en que hemos nacido podemos
llegarle a conocer por la sabiduria y á despreciarle por la virtud; pero jamas
á perfeccionarle, Si se presenta enemigo, defenderse hasta cierto punto; mas
allá tolerarle, este es nuestro deber; pensar de diferente modo es un delirio
que tantas muertes ha ocasionado y que á tantos ha de llevar al sepulcro. Y
vedlos como irán; no heridos por la mano del Dios de misericordia, no;
criminalmente asesinados por si mismos, lanzando con sus propias manos el don
que Dios ha encerrado en su pecho, escupiendo encima de la llama divina que le
mantiene, ahogando el soplo del cielo que le da vida, suicidándose. ¿Y donde
están las leyes que la moderna civilización oponen á ese espantoso crimen?
¡Leyes!! ¿Qué habéis hecho de la moral, hombres del siglo XIX, cual es vuestra
religion? Ya sé la respuesta. Lo que haceis es, rodear con la mortaja del
olvido el cuerpo del infeliz que muere virtuoso, con sus manos tendidas al
cielo, con la fe en su corazon y con la sonrisa en sus labios: esto haceis
ingratos con este hombre; veamos lo que haceis con el criminal que se suicida.
Buscar a costa de mil afanes los mas minuciosos pormenores de su vida,
publicarlos, comentarlos, engalanarlos, presentarlos á la juventud con los
atavios del buen decir como repitiéndola. "Ese hombre que se ha atravesado
el craneo es un héroe, tiene una grandeza de alma admirable......
¡Imprudentes!!!
Volved los ojos á regocijaros en vuestros
frutos; abrazad la Europa, miradla cubrirse de luto con el desarrollo de ese
fruto cuya semilla estais arrojando diariamente. Llorad al menos desventurados
con tantos padres que lloran, socorred la orfandad de tantos angeles
abandonados, temblad al espectáculo de tanto luto, de tanto dolor. Leed esos
periódicos que salen de las prensas de Londres y de Paris; allí notareis
acrecido cada dia el número de victimas de esa plaga asoladora, escuchad el
sonido del carro fúnebre que lo conduce...... Un carro fúnebre rodaba ayer lúgubremente por las
calles de Madrid, un pueblo entero le seguía, y un pueblo entero vertía
lágrimas y caminaba triste en pos del féretro. Y no era un Rey el que a la
mansión de la muerte era conducido, que no se veían las coronas ni los cetros
de plata, una corona se distinguía, pero era de laurel, un cetro, pero era una
pluma; los que lloraban no eran esclavos, eran admiradores. Y el objeto de
aquella pompa ya no la podrá disfrutar, ni ya podía llegar a su oído los
gemidos de la amistad, ni agradecer los homenages de sus conciudadanos. Y al
pie de la huesa le dieron el á Dios sus amigos, ¡vanos obsequios llenos de
puerilidad y de rutina! la sombra de aquel cuerpo á quien se prodigaban los
últimos honores se alzará gigantesca á pesar de la envidia de sus émulos y del
odio de sus enemigos. No es éste el sitio de hacer el panegírico de Fígaro ni de don Mariano José de
Larra, algún día se le comprenderá y desaparecerá el adjetivo jestivo que precede siempre a su
nombre para sustituir el de filósofo. La literatura nacional llorará por mucho
tiempo su pérdida y hemos dicho de propósito literatura nacional porque don
Mariano José de Larra no confundió jamás ese galimatías que nos han traído
cuatro serviles imitadores de allende del Pirineo con nuestra poesía. Había
creído posible llevar á cabo la resurrección de nuestras glorias literarias
rejuvenecidas, originales españolas y sin duda su pensamiento se cumplirá. Los
espectros y los demonios de la Alemania se volverán á sus bosques y pediremos
al Rhin de hoy en adelante pensamientos, no vestidos, ideas, ni formas. Poco
lozana será la flor que nuestras manos arrojen sobre la tumba de Fígaro; pero al menos veamosla
confundida con tantas otras más vistosas, más fragantes, pero no mas pura ni
mas sinceramente ofrecidas. M."
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Placa conmemorativa del lugar donde murió Larra en la calle Santa Clara, 3 de Madrid |
A continuación del texto anterior, se publica el poema de un jovencísimo y desconocido José Zorrilla que leyó junto a la tumba de Larra el 14 de febrero. Según Jean-Luis Picoche, en el prólogo a una obra de Zorrilla, éste poema "le abrirá las puertas de la gloria" introduciendo a éste "de lleno en la sociedad literaria" madrileña.
A la memoria del jóven y desgraciado escritor D. Mariano
José de Larra.
I
Ese vago clamor que rasga el viento
Es la voz funeral de una
campana;
Vano remedo del postrer
lamento
De un cadáver sombrío y
macilento
Que en sucio polvo dormirá
mañana.
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Acabó su misión sobre la tierra,
Y dejó su existencia
carcomida,
Como una virgen al placer
perdida
Cuelga el profano velo en el
altar.
Miró en el tiempo el porvenir
vacío,
Vacío ya de ensueños y de gloria
Y se entregó á ese sueño sin
memoria
Que nos lleva á otro mundo á
despertar.
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Era una flor que marchitó el estío;
Era una fuente que agotó el
verano;
Ya no se siente su murmullo
vano,
Ya está quemado el tallo de su
flor.
Todavía su aroma se percibe,
Y ese verde color de la
llanura.
Ese manto de yerba y de
frescura
Hijos son del arroyo creador.
Que el poeta en su misión
Sobre a tierra que habita,
Es una planta maldita
Con frutos de bendición.
II
Duerme en paz en la tumba solitaria,
Donde no llegue a tu cegado oido
Mas que la triste y funeral
plegaria
Que otro poeta cantará por tí.
Esta será una ofrenda de cariño
Mas grata, sí, que la oración
de un hombre,
Pura como la lágrima de un
niño,
Memoria del poeta que perdí!
Si
existe un remoto cielo
De los poetas mansión,
Y solo le conserva el suelo
Ese retrato de hielo,
Fetidez y corrupción;
¡Digno presente por cierto
Se deja á la amarga vida'.....
¡Abandonar un desierto
Y dar á la despedida
La fea risa de un muerto!
III
¡Poeta, si en el no ser
Hay un recuerdo de ayer,
Una vida como aquí
Detras de este firmamento.....
Conságrame un pensamiento
Como el que tengo de tí!
José Z.
REVISTA NACIONAL, Núm.
173, Pág. 688, Jueves 17 de Febrero de 1837
ERRATA
En nuestro
folletín de nuestro número de ayer, sobre el suicidio de don Mariano de Larra último
párrafo, donde dice ¡Ojalá no
sea el último joven fogoso que de igual modo tenga el mundo que llorar!
lease . ¡Ojalá sea el último joven fogoso que de igual modo tenga el mundo que
llorar!
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José Gutiérrez de la Vega. Dolores Armijo (?) ca.1840 |
Aunque no todas las opiniones respecto al suicidio de
Larra fueron loas como vimos en
El Suicidio - crónica anterior al poema de
Zorrilla-, aunque sí fueron sentidas fueron muy críticas con el acto de quitarse la vida; también ésta que publicó
Mata-Moscas, critica tanto el suicidio como los desamores que llevaron a
Larra a tal acción, y la de
Eco del Comercio en la que arremete tanto contra
Larra como contra sus publicistas y el romanticismo en particular, ambas del mismo día 19.
EL MATA-MOSCAS Núm. 39, Cuarta entrega, 19 de febrero de 1837
SUICIDIO
El jóven Mariano
José de Larra conocido del público con el nombre de Fígaro, tubo la humorada la
noche del 13 del actual de saltarse los sesos de un pistoletazo. Los títulos de
aprecio que había merecido hasta entonces á sus conciudadanos, como escritor
público de un mérito mas que regular, han sido deslustrados de un solo golpe al
cometer un crimen acaso el mas contrario á la sana moral de un egemplo
perniciosisimo, cuyo recuerdo debe escitar un justo horror al delito, al paso
que mueve á compadecer al delincuente.
Nosotros hemos
sentido el desastroso fin de este malogrado joven, pero no invitaremos á otros
muchos en el modo de manifestarlo. Sentimos que él mismo haya privado á su
patria de los beneficios, de las glorias que pudieran proporcionarle sus
talentos literarios. Sentimos que Fígaro, el desgraciado Fígaro, haya acibarado
los gratos recuerdos de sus sabrosas é ingeniosas producciones con la memoria
de un crimen detestable. Sentimos en fin que un joven de tales esperanzas no
haya sabido hacerse superior á la idea de un contratiempo amoroso.
No alabaremos pues
su tumba, una acción que es nuestro deber presentar como detestable.
Derramariamos
lágrimas y no rosas sobre su sepulcro.
Ni como el Mundo nos presentariamos de luto á la
vista del pueblo ilustrado. Tales demostraciones de sentimiento y veneración,
las reservamos á la memoria de los héroes. El valor y las virtudes son dignas
de eterna memoria. El crimen siempre debe aparecer aborrecible á los ojos de
los hombres. **
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OPORTUNAMENTE.
Ya se acordarán VV.
que el Mundo ó el periodico mundano,
como VV. quieran, se presentó con faja negra cando la patria se vistió de luto
el día 5 del actual dedicado á la memoria de las víctimas de Bilbao... pues...
¿como lo hizo el dia 15 del mismo por la muerte de uno de sus redactores que se
antojó suicidarse? Lo que equivale á decir á los jóvenes literatos y no
literatos... Yo os preparo un premio dedicado á la inmortalidad de vuestro nombre
con tal que cometan un crimen odioso: he aquí los medios de adquirir celebridad
los que aspiran á la fama póstuma. ¡Pobre moral!. ¡Pobre religión! Como escarneces sus pedantes
charlatanes. Por fin ya sabemos que el señor D. J. Peñalver vive y bebe y que
le tenemos todavía por acá aunque segun lo afectado que se manifiesta en las
pocas líneas que dedica á la memoria de su malogrado compañero, tememos que tal
vez pudiera caer en la tentación de imitarle esactamente.
Seria una lástima
por cierto. **
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ECO DEL COMERCIO. Domingo 19 de febrero de 1837 núm. 1026
ed. de Madrid, pág. 4
FOLLETÍN
Notable es el
abuso que se ha llegado á hacer del romanticismo alterando los principios de la
sana moral, presentando á la imitación del pueblo horrores de cuya posibilidad
casi debía dudar, trastornando las cabezas, ´exaltando las pasiones en términos
de originar desgracias o catástrofes. Se ha llevado el abuso hasta crear un
lenguaje ininteligible, presentando en tan alto grado la hipèrbole, que muchas
veces resulta de lo que se dice lo contrario de lo que se quisiera decir.
Me ha
sugerido estas reflexiones el articulo necrológico dedicado á la memoria del
malogrado D. Mariano José de Larra, inserto en el Español del 15 del
actual, y reproducido por la Revista Nacional; artículo que si no
fuesen bien conocidas las rectas intenciones de su autor, podría considerarsele
como una amarga sátira contra el desgraciado difunto. Dejaré aparte los
párrafos que no se entienden; como por ejemplo, el decir que Larra se
hallaba en medio del vacio, posición que solo pudiera verificarse
debajo de la campaña pneumatica, en cuyo caso hubiera tenido fin su existencia,
estos es, hubiera concluido antes, porque en el vacio no se puede conservar la
vida ningun viviente. Pero lo que á mi entender da la apariencia de sátira á lo
que se quiere prestar como panegírico, es el decir "que Fígaro
buscaba en vano al rededor de sí algo que amar, porque el amor es una
necesidad para los entendimientos privilegiados. Buscaba el objeto de su cariño
en a amistad, en la gloria y en hermosura, y en ninguna parte podía
encontrarle." ¿Cómo puede ser que
un hombre que tenía esposa y dos niños no encontrase ni en la primera, ni en
los dos últimos un objeto de amor? Y si lo buscaba en otra parte, ¿podrá por
ventura llamarse desgraciado por no encontrarle? Si esto fue cierto, ¿no sería
para él un borron, y no manifestaría un hombre inmoral y corrompido? Y si este
amor, que buscaba fuera de objetos tan amables, fuese realmente una
necesidad para los entendimientos privilegiados; ¡pobre sociedad en que
hubiese muchos entendimientos privilegiados!.
Dice el autor en otro párrafo que Fígaro se
burlaba de cuanto el mundo admira y aplaude. No comprendo como esto
pueda mirarse como un elogio. El mundo
en general, por corrompido que sea, admira y aplaude la virtud, el mérito, la
fidelidad conyugal, el cumplimiento de las promesas y juramentos, el orden
social, el respeto á la paz de las familias y á la propiedad agena, de
cualquier clase que sea. ¿Y qué podría esperarse de un hombre, que
efectivamente se burlase de todo lo que el mundo admira y aplaude? ¿No sería
este un individuo peligroso para la sociedad, y mas para una sociedad que
tratase de establecer un sistema libre? porque es preciso convencerse de que no
hay libertad en donde no hay virtudes y costumbres severas, y donde se insulta
impunemente la moral pública, pugnando por dar el caracter de virtud á los
vicios.
A la verdad
no era necesario que el autor para celebrar á su héroe echase á los pies de los
caballos á la sociedad en que vivimos, llamándola corrompida y estúpida, que no sabía comprenderle, y denigrase á su
propio pais, añadiendo que todo en él, el patriotismo y la heroicidad, se ha hecho
venal y mentiroso. Se engaña el autor, si cree que esta sociedad no
comprendía al desgraciado Larra. Bastante lo comprendía, y seguramente no es
tan estúpida y corrompida como se quiere suponer, porque á
serlo hasta el grado que se pinta, quizá... pero... ¡silencio!
respetemos el parcere mortuis. Concluiré pues diciendo que lo que prueba que
esta sociedad conoce lo que se debe á la moral pública, es que una gran parte
de ella ha mirado el artículo del señor
M.R, de T. mas bien como una sátira que como un elogio. --P.S.
Textos y obras consultadas:
Revista Nacional, Núm. 172, Pág. 682, Madrid,
16 de Febrero de 1837, a través de
Hemeroteca Digital de la
Biblioteca Nacional de España. BNE.
El Mata-Moscas, Núm. 39, Pág, 12, Madrid, 19 de febrero de 1837; a través de
Hemeroteca Digital de la
Biblioteca Nacional de España. BNE.
Eco del Comercio, Núm. 1026, Pág, 4, Madrid, 19 de febrero de 1837; a través de
Hemeroteca Digital de la
Biblioteca Nacional de España. BNE.
Artículos. Mariano José de Larra. Fígaro, edición e introducción de
Francisco Seco Serrano, Ed. Planeta, Barcelona.
El zapatero y el Rey,
José Zorrilla, edición e introducción de
Jean-Luis Picoche, ed. Castalia, Madrid.
Museo del Romanticismo,
Dolores Armijo (?), ca. 1840 , óleo sobre lienzo de
José Gutiérrez de la Vega. Este posible retrato de la amante de
Larra se exhibe en el museo junto a otro del escritor, también obra de
Gutiérrez de la Vega fechado hacia 1835.