Hace un par de semanas que vi esta exposición. Más allá de la sensación de infinita emoción que capta y transmite Gervasio Sánchez en sus fotografías, y los textos de Mónica Bernabé, los justos para dar a conocer en breves frases la historia que encierra cada imagen, más allá de todo esto, digo, tuve dos sensaciones contradictorias. La primera fue aquella que me recriminó un día un lector que veía en imágenes similares la apropiación del dolor ajeno desde la perspectiva de un primer mundo feliz, aquel lector, imagino, hubiese preferido ocultar la realidad antes que darla a conocer; y el otro, la profunda tristeza que produce tanto sufrimiento y a la vez cierta sensación de esperanza al contemplar la entereza con la que esas personas sobrellevan el drama de la vida; otras, sin embargo sucumben sin remisión, agotadas y sin destino ni esperanza, tan solo al amparo de su dignidad.
La muestra me recordó un libro, un relato realmente duro de Alekxandar Tisma, El uso del hombre, en el que el escritor serbio narra la historia de un pequeño pueblo de Serbia junto a la frontera húngara durante la II Guerra Mundial; en él convivían serbios, húngaros, alemanes, cristianos y judíos, "tienen en común el pertenecer al común de los mortales: ninguno es ni se hace el héroe". Cuando la guerra termina, en la que todos, de una forma u otra han sufrido el terror y la miseria humana, todos callan su particular tragedia porque a todos les ha tocado sufrir un drama tan cruel como el del vecino.
No son las de Gervasio Sánchez imágenes que abunden en la miseria humana ni en el drama de la mujer afgana para quedarse ahí, sino todo lo contrario, yo las vi como el presente que intenta proyectar hacia el futuro a una sociedad que, como la afgana, es "profundamente conservadora, machista y religiosa, y es imposible cambiar esta realidad en cuestión de años",
"Esta exposición muestra que la violencia contra las mujeres en Afganistán empieza en el seno de la familia y es endémica, independientemente de que los talibanes estén o no en el poder".
"Una mina antipersonal arrancó las dos piernas de cuajo a Zar Bibi cuando caminaba por un campo de cultivo en la afueras de Kabul en 1996. Sólo tenía 14 años (...) aprendió a caminar con dos piernas ortopédicas. Ahora está casada y tiene una hija de tres años y un hijo de uno".
"Shamsia (...) "Las burbujas simbolizan las palabras que la mujeres querrían decir y no dicen, porque en Afganistán no se les da voz" explica".
"El estadio de deportes de Kabul es donde los talibanes cortaban las manos o ejecutaban a los que no cumplían sus preceptos. Allí mataron a Zarmina madre de siete hijos en 1999 acusada de matar a su marido (...) Jóvenes afganas juegan ahora a fútbol en ese lugar"
"Rangina (...) Se podría haber quedado en Estados Unidos, donde se exilió a los cuatro años junto con su familia, pero, de joven, decidió volver a Afganistán para ayudar a las afganas".
"Afganistán es uno de los peores países para ser madre (...) Las mujeres son madre muy jóvenes, dan a luz muchos hijos y de forma muy seguida (...) Los embarazos muy seguidos hacen que el cuerpo de la madre no tenga tiempo suficiente para recuperarse".
"Jamila, de 17 años, casada desde hacía siete meses y embarazada de dos. Sufría quemaduras en el 48% del cuerpo (...) dijo que fue un accidente, pero los médicos creen que se intento suicidar (...) Murió el 9 de mayo de 2012".
"Los médicos operan a Hamila para trasplantarle piel de las piernas a la zona del cuerpo quemada. La joven de 19 años, se prendió fuego ella misma porque la casaron con un hombre que no quería".
"Afganistán es el único país del mundo donde el número de mujeres que se suicidan es superior al de hombres".
"Farzana, de 17 años (...) Huyó con su primo porque quiere casarse con él (...) condenada a un año y medio en un correccional".
"(...) Las mujeres suelen consumir opio ante la imposibilidad de recibir asistencia sanitaria. Recurren a este narcótico como sustitución a los medicamentos, y se acaban enganchando (...)".
"Shinkai (...) es una de las diputadas que más ha luchado para cambiar la legislación machista del país sin conseguirlo. Ella misma lo ha sufrido (...) se casó mediante un matrimonio concertado y tuvo una hija y tres hijos (...) "El se fue con otra mujer y no quería quedarse los niños (...) Pero después se llevó a la hija (...) y más tarde a los hijos. La legislación afgana da la custodia al padre".
Mujeres. Afganistán, de Gervasio Sánchez y Mónica Bernabé, en Conde Duque Madrid, calle Conde Duque, 9 de Madrid, hasta el 27 de noviembre de 2016.
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