miércoles, 6 de abril de 2022

Jack Kerouac, Norman Mailer: Hípster

Ginsberg, Allen (1953) Al descubierto. The Howard Greenberg Gallery
en Fundación Canal de Madrid 

La cartela de esta fotografía de Allen Ginsberg, que coincide sólo en parte con el texto de la propia fotografía, es el siguiente: "William Burroughs interpretando al sofisticado André Gidian dando una charla al campesino Thomas Wolfian. El joven estadounidense Jack Kerouac escuchando atentamente al "hombre más inteligente de Estados Unidos". Mi apartamento, 206 East 7th Street, Manhattan, Otoño 1953".

"Vaya a la Sala 409 -me indicó la chica de información del Reina Sofía- si busca algo sobre el final de la II Guerra Mundial". Le dije que buscaba algo relacionado con los hípster. Me miró y sonreí. Le hablé de Kerouac y entonces sonrió ella. "No hay nada sobre la bomba atómica -dijo- pero en la sala hay un Rothko y un par de obras de Still, de Clyfford Still, el expresionismo abstracto, quizá es lo que usted busca es de los años 50 -me dijo con cierto entusiasmo-. Es la cultura de la guerra fría, pintores en los que se invirtió mucho porque eran todo lo contrario del arte comunista. Se trataba de romper el equilibro de poderes en todos los aspectos y en el arte, para romper la línea clásica de la estética comunista, se invierte mucho dinero en expresionismo abstracto de Rothko y Still, que son los que tenemos aquí, y Pollock". Al oír en nombre de Pollock fue como un resorte, "Eso, -le dije-, Jackson Pollock es el personaje, es la improvisación, el paradigma del hípster en la pintura, ese no tocar la tela con el pincel, la improvisación perpetua, el Charlie Parker de la pintura". "Justo antes de entrar en la Sala 409, -continuó la chica-, se proyecta "La ventana indiscreta" de Hitchcock, es la presentación, digamos del arte del régimen capitalista, el americano que se para, escayolado y sólo ve lo que hay alrededor en su patio de vecinos, la obsesión por controlarlo todo, espiar cada movimiento de los pisos de enfrente. De todas formas aquí tenemos, -me dijo señalando una mesa con unos libros atados con un cordel- literatura de la época, en un lado EE.UU., Europa en otro, allí España". En el lado americano estaba En el camino de Jack KerouacAullido de Allen Ginsberg y uno de Henry Miller que no recuerdo el título.

Museo Reina Sofía de Madrid. Sala 409

"Últimamente estaba oyendo hablar de hípsters y es que no sé a qué se refieren cuando hablan de alguien llamándole así" -le dije a la chica-. "Bueno, ya se sabe, los modernos de ahora son esos que se pasean por Malasaña y a fuerza de querer ser distintos van vestidos todos igual" -me dijo con cierta sorna-. Esta embarazada, muy cerca del parto, le deseé buena suerte y una hora corta. Me despedí de ella y busqué la Sala 409

1951-D (1951) Óleo sobre lienzo. Clifford STILL 

De vuelta a casa, casi inconscientemente, en el metro intenté recordar qué concepto tenía yo del hípster y me vinieron a la cabeza varias palabras. Tomé mi cuaderno de notas: Hípster (anoté en el cuaderno estas palabras): Kerouac, Guerra, Frisco, Hip, Beat, Bop, Charlie Parker, negro, jazz, sexo, droga, borrachera. Era lo que me quedaba después de haber leído En el camino Los subterráneos. Podía haber estado escribiendo un buen número de palabras, aunque sin  intentar imitar a Norman Mailer cuando hace una relación de términos en El negro blanco , donde describe el Hip: la relación, perverso, medianoche, nihilista, sexo, asociativo, truhanes, libre arbitrio, Thelonius Monk, negro, hípster ... y al Square, el americano convencional: el nombre, piadoso, mediodía, autoritario, religión, consecuente, policía, determinismo, Dave Brubeck, blanco, beatnik... (beatnik es el seguidor de la cultura beat, con el que el square denomina al hípster de forma peyorativa)

El perfecto hípster es el Dean Moriarty de En el camino, de Jack Kerouac, según los cánones clásicos. Es demente, vagabundo y pordiosero. Acudiendo al mismo Kerouac en su obra Los Subterráeneos éste da una explicación que me hizo hasta gracia: "Julien Alexander es el ángel de los subterráneos; 'subterráneo' es un nombre inventado por Adams Moorad, poeta y amigo mío, que dijo: "Son hípster sin ser insoportables...". O sea que los hípster son insoportables.

Según Mailer el hípster tiene su origen en un problema de identidad. El individuo se da cuenta después de vivir la II Guerra Mundial y, sobre todo, después del lanzamiento de la bomba atómica, que ha pasado de ser persona a ser un número; vamos, que Moriarty (Kerouac) percibe que puede caer una bomba atómica y matarlo, junto a cientos de miles de personas y él solo será el número x de una serie de muertos, ha dejado de ser Moriarty, así de simple. Con Kerouac el vértigo comienza en la Ruta 66. Vivir a salto de mata, de Nueva York a San Francisco (Frisco) y vuelta; un viaje por la América (su América) profunda y auténtica.

La idea del hípster es la de un blanco que busca la identidad del negro, su mayor sufrimiento, su potencia sexual, su cultura, una expresión que cataliza, después de 200 años de explotación y esclavitud, en el Hip. El jazz. Mi protagonista ideal no era Moriarty, sino Leo Percepied de Los Subterráneos, y Mardou Fox, la protagonista negra, "el ángel negro, desesperado y sombrío, de este mundo subterráneo de Frisco", los ambientes sórdidos, Charlie Parker y la improvisación, la borrachera, las juergas, el olor de las calles y la oscuridad hasta la llegada del amanecer. Tengo subrayado un párrafo al inicio de la novela que dice "... cuando bajé por la calle Montgomery esa noche cálida y vi a Mardou sentada en el guardabarros con Julien, recordé de pronto: '¡Oh!, ahí está esa chica con quien quiero tener un asunto. Quién sabe si anda con alguno de esos muchachos', oscura, apenas se la veía en esa calle poco iluminada...".

Hay un párrafo de El negro blanco de Mailer que es muy gráfico y lo voy a copiar íntegro: "Lo que son los camafeos de la seguridad para el blanco medio: madre, casa, trabajo y familia, ni siquiera son irrisorios para millones de negros; son imposibles. El negro tiene la más simple de las alternativas: vivir una vida de sumisión constante o de peligro siempre amenazante. En una situación tal en la que la paranoia es tan vital como la sangre para vivir, el negro se había mantenido vivo y había comenzado a desarrollarse siguiendo, cuando podía, las necesidades de su cuerpo. Al saber en las mismas células de su existencia que la vida era guerra y nada más que guerra, el negro (teniendo en cuenta todas las excepciones) raramente podía soportar las inhibiciones sofisticadas de la civilización y en consecuencia conservó para su supervivencia el arte de lo primitivo, vivió en el presente inmediato, subsistió gracias a sus kicks* de las noches del sábado, dejando de lado los placeres de la mente por los más obligatorios placeres del cuerpo, y en su música dio voz al carácter y calidad de su experiencia, a su cólera y a las infinitas variaciones del gozo, lujuria, postración, gruñido, calambre, pellizco, grito y desespero de su orgasmo. Porque el jazz es orgasmo, del bueno y del malo, y fue así como habló a través de la nación, tuvo la comunicación del arte aun allí donde fue falseado, pervertido, corrompido y casi asesinado, habló, hasta en las formas populares almidonadas, de estados existenciales instantáneos a los que algunos blancos podían responder, y fue realmente una comunicación a través del arte porque decía: "Esto es lo que yo siento y en este momento tú también lo sientes".
*Kicks: literalmente, patada. En el lenguaje Hip viene del pinchazo o sacudida que se recibe al inyectarse la droga y, por extensión, significa placer. Vamos lo que nosotros conocemos como un chute.

- ¿Cómo pudimos soportarnos esos tres años en la guerra¿
Fotograma de La ventana indiscreta (1954) Alfred Hitchcock

El hípster, sintetiza Mailer, "absorbe las sinopsis existenciales del negro y en la práctica puede ser considerado como un negro blanco". Hay que tener en cuenta que todo esto transcurre en los años 50, la situación de los negros norteamericanos y el sabor amargo de una juventud que acababa de regresar de una guerra con un final de extermino. Cuando todo esto se acaba, todas estas circunstancias ya no se dan, el hípster desaparece.

En los años 90 y hasta la actualidad se retoma el término hípster para aplicarlo a los seguidores de lo no convencional, cine y música independientes, que actúan al margen de las modas, compran ropa usada y huyen de todo lo comercial, amantes de la subcultura, lo intelectual, esquivan las etiquetas, aunque todos visten lo mismo y actúan igual, pero esta es otra historia y era la que me tenía confundido.

Mark Rothko. Untitled (Orange, plum, yellow)
1950. Óleo sobre lienzo

Las obras del Museo Reina Sofía que se encontraban en la Sala 409 probablemente hayan cambiado de lugar tras el paréntesis de la pandemia de coronavirus. Los textos que cito son de los siguientes libros:

Kerouac, Jack, Los subterráneos, Anagrama, 2001
Mailer, Norman, El negro blanco, Tusquets, 1973

La fotografía que encabeza la entrada obra de Ginsberg, Allen (1953) de la exposición Al descubierto. Obras seleccionadas de The Howard Greenberg Gallery en Fundación Canal de Madrid 

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