martes, 17 de mayo de 2022

Paco Aparicio

En mi último viaje a Arévalo tenía, entre otras tareas pendientes la visita a as esculturas de Isabel la Católica y Fray Juan Gil, las dos obra Francisco Aparicio. La de Isabel la Católica está frente a la Puerta de Alcocer o Arco de la Cárcel, en la plaza del Arrabal, la única puerta original que queda de la cerca medieval de Arévalo. La escultura de Fray Juan Gil se encuentra en la plaza de San Francisco, unos metros al norte de la plaza que lleva el nombre del fraile y es cruce de carreteras, subiendo por la calle Capitán Luis Vara.

Detalle de la escultura de Isabel la Católica frente al Arco de la Cárcel

Algunas tardes suelo encontrarme con Paco Aparicio en el taller de José Jiménez. En el taller hablamos poco, casi siempre lo dedica a retocar la obra en la que está trabajando Jose. Retocando y dando consejos de maestro, incluso alguna vez, palillos en mano, rebaña trozos de arcilla, marca el punto donde debe estar centrada la boca, la nariz o la barbilla; el oficio del maestro. Solemos hablar, fuera del taller, de sus obras de Arévalo. Una tarde me preguntó si había encontrado su firma en la escultura de Isabel. Le dije que no. Está en la manga -me dijo-, no me gusta que destaque en la obra". Y como si retomásemos una conversación anterior, continuamos con su visión sobre Giacometti o -si le pregunto- sobre Rodin, o sobre los móviles de Calder, muy apasionado de Calder.

Escultura de Isabel la Católica

La escultura de Isabel La Católica, la reina Católica nació en Madrigal de las Altas Torres, pero pasó su infancia en Arévalo, quizá sea esa la razón por la que la representa sin ser reina Castilla. Isabel habitó el castillo de Arévalo hasta los 10 años junto a su hermano Alfonso y su madre Isabel de Portugal, segunda mujer de Juan II. Hay que recordar que el rey había dejado todos sus bienes al heredero, Enrique IV, salvo la villa de Arévalo y sus tierras que quedaron en poder de su segunda mujer. Se representa a la reina joven, con un misal en la mano, a sus pies una granada sobre tres libros y una espada y detrás éstos un astrolabio; sobre una columna la corona; el simbolismo de lo que llegaría a ser. Al parecer, me recuerda, en el ayuntamiento quisieron que la estatua de Isabel representara a un niña sentada en un pedestal leyendo.

Detalle de la escultura de Fray Juan Gil

Fray Juan Gil, el que liberó a Cervantes, me recuerda, se representa como un hombre adulto, con hábito de la orden de los Trinitarios a la que pertenecía. El oficio del fraile era recaudar dinero para rescatar cautivos secuestrado por turcos y berberiscos del norte de África. En la mano derecha lleva un pliego enrollado -¿es la relación los presos a liberar mediante rescate?- y una bolsa de dinero; en la izquierda sostiene un libro (quizás El Quijote), una cadena con grillete que simboliza la compra de libertad de los presos en Argel; a su pies un libro abierto en el que se representa a la derecha a Don Quijote y Sancho Pancha, y a la izquierda Miguel de Cervantes. Según la ficha de la Real Academia de la Historia, el 19 de septiembre de 1580 Fray Juan Gil compró la libertad de Cervantes por la que pagó un rescate de 500 escudos de oro "en oro de España" se matiza, cantidad que pedía Azán Bajá, virrey de Argel y amo de Cervantes por su libertad.

Escultura de Fray Juan Gil

De Fray Juan Gil hablamos poco porque apareció la posibilidad una tercera escultura, la de Juan Velázquez "el que llevaba las cuentas de la reina Isabel y murió arruinado en Madrid" -me dijo Paco, que debía tener avanzada la idea de la obra porque me preguntó si tenía monedas de la época, "un dinero de Juan II, y una de ocho maravedís" le ofrecí. Juan Velázquez había sido alcaide del castillo de Arévalo y albacea del testamento de Isabel la Católica. Encastillado en Arévalo se enfrentó a las tropas del emperador Carlos I, para salvaguardar la memoria de la reina al pretender el Emperador donar Arévalo a Germana de Foix, segunda mujer y viuda de Fernando el Católico, lo que Velázquez consideró una usurpación de los deseos de la reina. Aclarada la historia, unos días después me dijo que desistía de hacer la obra porque en Arévalo querían una obra moderna. 

Detalle de la maga de Isabel la Católica con la firma de Aparicio

Elementos simbólicos de la escultura de Isabel la Católica

Busto de Paco Aparicio obra de José Jiménez

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