viernes, 26 de noviembre de 2021

Hiperrealismo

"Alguien habló del hiperrealismo y de mi breve paso por él. Era un recurso al no saber qué hacer, una especie de periodismo plástico, dijo Montoliu. Barral habló del inevitable regreso a una pintura de contenidos; lo que ocurría es que no se sabía cuáles podían ser. Dijo que el hiperrealismo era un fracaso estético, ero que seguramente indicaba el buen horizonte. Después de eso se levantó, no demasiado vertical ya y trastabillante." Carlos Barral, Penúltimos castigos, Sexix Barral (1983)

MUSEO THYSSEN BORNEMISZA - COLECCIÓN CARMEN THYSSEN

Obra de Charles Bell, Thunder Smash, en la planta baja del Museo Thyssen, recién ordenado han puesto la colección de la baronesa en la planta baja, antes estaba en un ala no recuerdo si en la segunda o primera planta. Allí tenía menos visibilidad, no sé si más espacio ni más lógica expositiva. Una obra similar se encuentra en la primera planta, también de Bell de la colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza.

Charles Bell. Thunder Smash (1977) Óleo sobre lienzo


COLECCIÓN ROBERTO POLO

Hacía tiempo que no encontraba hiperrealismo, aunque al autor se le cataloga dentro del realismo, me sorprendió encontrar estas dos obras en una visita al Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Toledo, para ver la Colección Roberto Polo en el Convento de la Santa Fe, aunque en realidad estaba visitando los itinerarios de Alfonso X el Sabio y la extraordinaria Capilla de Belén. En una de las salas estaba, junto a otras, las dos obras de Andrew Tift, pintor realista británico. Mis acompañantes no eran los más indicados, por así decirlo, para pararse a ver las obras de la colección, ni mucho menos esa interpretación tan moderna, diálogo entre dos autores o dos estilos dispares, en este caso el hiperrealismo y los arcos mozárabes de la sala; las pinturas e inscripciones de la sala capitular de los caballeros de Calatrava y las modernas interpretación del Cristo de Koen de Cock. Fue interesante moverse entre esas dos visiones del mundo de la fe de los caballeros calatravos y la de mis acompañantes y la modernidad irreverente del arte contemporáneo.

22 Years later (Diptych). Andrew Tift. 2016. Acrílico sobre lienzo - 1

22 Years later (Diptych). Andrew Tift. 2016. Acrílico sobre lienzo - 2


Colección Roberto Polo, en Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Toledo, en Paseo del Miradero, 3 de Toledo.


GALERÍA ECHEBERRIA Y MUSEO THYSSEN DE MADRID

Lady plastic (sección) José Luis Corella.. Óleo/tabla

Hace años coincidió en el Museo Thyssen de Madrid una exposición sobre hiperrealismo y otra en la galería Santiago Echeberria, también en Madrid, esta última se titulaba Made In Spain. Realismo contemporáneo español. Era una muestra sorprendente; coincidió que ambas exposiciones presentaran un movimiento artístico que tiene una visión expresiva inquietante, y digo inquietante porque carece de espiritualidad. En mis recuerdos estaba la imagen de un pintor aficionado en un camping de la costa de Almería, pintaba un automóvil; eran los primeros años de la década de 1980. Vi cómo evolucionaba el cuadro desde el boceto en papel hasta casi verlo concluido en tela hasta que una mañana el pintor y el coche habían desaparecido, y con ellos el cuadro.

 Caballero de Gracia. Pedro del Toro. Óleo/lienzo (195x195 cm)

Ya entonces me costaba entender el hiperrealismo como movimiento, porque en realidad sólo revoluciona el concepto y el objeto, surge como una necesidad del mercado más que como un movimiento en sí, siempre pensé que era la necesidad de etiquetar algo que siempre se había hecho con el simple propósito de saciar un mercado saturado de excentricidad, aunque también es cierto que la minuciosidad del trabajo del pintor, una paleta de colores amplísima y un afán de engañar al espectador, el trampantojo moderno, con una buena técnica no dejaba muy claro en mí cuál era esa necesidad.

Kiychens (sección) Pedro Campos. Óleo/lienzo

El hiperrealismo representa una vuelta al caballete, al paisajismo y al bodegón, los retratos, los útiles cotidianos e incluso excéntricos, desde un tarro llego de golosinas a una motosierra, con modelos basados en fotografías, llevar al lienzo la fotografía de manera minuciosa. Aquí mi recuerdo el pintor de coches de Rodalquilar se diferenciaba algo al hiperrealista o al realista que trabaja en su estudio, era retomar el camino el impresionismo un siglo después, lanzarse a la calle y a la naturaleza, y retar a la fotografía, no huir de ella. Esta tendencia aparece en Estados Unidos hacia los años 60 y viene a ser una respuesta a la abstracción. Con ellos vuelve la realidad, el formalismo y el academicismo, desde cuadros cálidos muy humanos y a la frialdad de los objetos, motocicletas, automóviles, escaparates de tiendas, cristaleras con reflejos imposibles, calles con mil detalles, cabinas telefónicas y un colorido preciosista en el que parece que no se mezclan para nada los colores. La vuelta al estudio que se rompió con los impresionistas que buscaban la luz natural, el momento mismo de la salida del sol y la tormenta sobre el mar; ahora no hay necesidad de reinterpretar la realidad ni la naturaleza; y en algunos casos porque no siempre es así, basta con contemplar paisajes pintados al natural de los realistas de Madrid para comprenderlo. Pero es una línea tan delgada en el concepto, realismo-hiperrealismo si es que el término en realidad no es el mismo.

Hoyo 18 (sección) José Luis Corella. Óleo/tabla

Cabinas telefónicas. Richard Estes (1967) Acrílico/masonita (122x175.3 cm)
Museo Thyssen Bornemisza de Madrid




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