FUNDACIÓN LÁZARO GALDIANO
LA NEW GALLERY DE MADRID
La primera vez que vi una obra de Santiago Ydáñez fue hace años en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, en el Cuartel Conde-Duque. Era un lienzo enorme, la cara impresionante de un hombre gritando, estaba pintado en blanco y negro, no precisaba más color para transmitir mayor expresividad; el autor era Santiago Ydáñez Ydáñez.la obra del año 2000. Luego vinieron más, en las ferias de Art Madrid, Estampa o en el CAC de Málaga. Las obras de gran formato, casi siempre en blanco y negro, pinturas exentas sin fondo como si hubiese surgido de la nada, como el Pablo de Valladolid de Velázquez.. No conseguí conocer al autor hasta unos años después, y es que "me prodigo poco", me comentó el propio Ydáñez cuando le conté mi seguimiento de su obra mientras lo saludaba en la presentación de su exposición El Oso y el Roble en la New Gallery,
El Oso y el Roble es, según el catálogo, la expresión de la desaparición de un mundo aparentemente seguro de esa Europa central y los cambios que siguieron al final de la tragedia de la II Guerra Mundial; y quizá se sorprenda al espectador ver un retrato de Hitler junto a una armoniosa escena de patinaje, unos espléndidos perros o el formidable retrato en color de un personaje desconocido que asemeja a un cómico o un personaje decadente frente a un dóberman, a la estética de personajes puros que buscan el orden perfecto que se pretende dar de una sociedad racial y artificialmente pura, sin mezcla: aristocracia, deportistas y jóvenes perfectamente aleccionados, perros...
Y para dotar de ese aire bucólico y ordenado es precisa una técnica soberbia que, como el retrato de aquel hombre gritando, sepa definir los gestos apenas esbozarlos. Como si fuese un pintor de acuarela, Ydáñez aprovecha hasta los blancos de los lienzos para realzar sus puestas en escena en las que se apoya únicamente en unos personajes sobrios y delicados. Algunas de las imágenes, sus modelos parecen imágenes robadas, fotografías antiguas que en ocasiones son fáciles de reconocer o recordar, son el hilo argumental de la puesta en escena que parece culminar en el retrato de La clase disección de Santiago Ramón y Cajal, sobre una fotografía de Alfonso Sánchez de 1915, en la que Ydáñez hace confluir toda la serie de retratos.
Tal vez se me escapa la original idea de pintar pequeñas piezas en las tapas de estuches de cubiertos: una serie de caballos, el retrato de Hitler, una mujer joven o un paisaje de Puente de Génave, cubertería de época, dorada, de alpaca, elementos para trinchar, cortar, desgajar y diseccionar esa pieza de carne, de pastel o de países para conformar un mapa nuevo. Quizá sea esa la paradoja de un centro Europa troceada y desgajada, de una Alemania derrotada en el pasado y la Alemania actual que supervisa con mano de hierro la historia presente, es el Oso y es el Roble.
Cumplí con creces mis expectativas, la obra de Santiago Ydáñez una vez más me cautivó, tan espectacular como aparentemente sencilla, obras que no precisan de un argumento o de hilo conductor, cada una de ellas llena, vive y completa perfectamente su espacio sin necesidad de recurrir a un referente. Un trabajo magnífico.
Santiago Ydáñez frente a La clase de disección de Santiago Ramón y Cajal |
MUSEO DEL TRAJE
Faceta de Santiago Ydáñez desconocida para mí en el Museo del Traje de Madrid. Paseando por la sala donde se expone la vitrina con la obra de David Delfín encuentro esta camisa con una imagen de Santiago Ydáñez. No cabe duda que entre artistas hay conocimiento y relaciones que por el común no se conocen. No sé la relación entre Delfín e Ydáñez, probablemente nunca la sepa, pero ahí queda esa magnífica colaboración entre ambos artistas. Coincidió esta muestra en las mismas fechas con la anterior de la New Gallery (2015).
Camisa pintada por Santiago Ydáñez y falda (2015) (Colección privada: Gorka Postigo) |
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