martes, 27 de diciembre de 2022

Federico García Lorca


Los recuerdos de mi primer libro de Federico García Lorca fue la Librería Prieto, en la calle Mesones, 8. Granada. El verano de 1974. No recuerdo cómo era la librería, aunque sí el momento que entré, y el olor, un olor neutro y agradable, de frescor; son recuerdos de los 15 años; fue de mañana, me acompañaba Miguel que se extrañó que fuera a comprar un libro, y ¡de poemas! 

Felipe Morales entrevistando a Federico García Lorca para La Voz
Madrid, abril de 1936. Fotografía Alfonso (Alfonso Sánchez Portela)

Buscando la crónica que debía ilustrar la fotografía que encabeza esta entrada, encontré esta breve nota: SE CONFIRMA EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA (...) Fugitivos granadinos ratifican la noticia del asesinato por los rebeldes del gran escritor Federico García Lorca(La Voz. Miércoles 9 septiembre 1936). Una crónica que he encontrado que utilizó la fotografía de Alfonso, se publicó un año después. La fotografía fue tomada cuatro meses antes de su asesinato, un mes después de estallar la Guerra Civil. De la imagen el artículo sólo reproduce el torso del poeta; hay otra fotografía en el artículo en la que el poeta lee ante un público selecto "Mariana Pineda". La crónica de La Voz es del Sábado, 25 diciembre 1937.

UN REPORTAJE OLVIDADO. El Teatro que veía García Lorca y la vida sin agitación, pero activa y no sedentaria del autor de "Romancero Gitano". Lo que no pudo decirse en 1933, Biografía inexorable; ésto sucede a aquéllo. Cómo vivía García Lorca. "El Teatro ha de volver a ser dramático".

UN REPORTAJE OLVIDADO. Un amigo periodista me pidió hace tiempo unos reportajes sobre Teatro. Ocurría esto en 1933, un año y medio antes de octubre... Yo tuve siempre la obsesión de los autores modernos que habían de substituir alguna vez a los maestros. He dilapidado mi tiempo propugnando la nueva teatral con una fe quizá excesiva en el futuro de nuestra dramática. Motivo que me valió desdenes de los usufructuarios del voto acumulado y pocas gratitudes de los mismos que defendía.
   Siguiendo mi línea proselitista en el sentido de un arte escénico que arrumbase viejas fórmulas, me fui en busca de Federico García Lorca. . Charlé con él en su casa de Madrid (calle de Alcalá arriba), y de la extensa conversación saqué notas para un reportaje. Con las cuartillas me fui en busca de mi amigo.
- Pero ¿Qué ha hecho usted?
- Un reportaje teatral. Lo que me ha pedido.
- ¿Con García Lorca?
- A estas alturas, ¿valía la pena interviuvar a Arniches?
- No es usted hombre práctico. (una pausa) ¿Qué tenía pensado para después?
- Charlas con la gente joven.
- ¡¡Oh!!
Mi amigo hizo un gesto de contrariedad, y
- Lo siento mucho -me dijo- . No puedo publicar estas cosas. 
   Me devolvió el artículo y me tendió la mano. La colaboración se quedó en proyecto. Hoy, entre algunos trabajos olvidados, con las cuartillas ya amarillentas, he reencontrado el reportaje.
Pasó aquel año 33. Fueron las elecciones de noviembre. En la pantalla dramática de la vida española se proyectó el octubre doloroso, las tormentas del 35, gestadoras de lo que iba a llegar... y, por fin, el año 36. Julio. El 7 de noviembre. Madrid, piedra y fuego, según dice la leyenda que son sus entrañas, se hizo de piedra y de fuego para contener al invasor. Y, al fin, el año 37, que termina como el primer jalón de la victoria. Durante este año 37, el teatro ha renacido con un ímpetu arrollador. La vida madrileña, normalizada, como ven las personalidades extranjeras que nos visitan, no sin asombro, se refleja en ese renacimiento de nuestra escena, presidido por un nombre que aureolan el martirio y la lealtad: García Lorca. Su nombre es el guion de una empresa artística: el del teatro Español.
   Creo que desde 1933, Federico habló pocas veces para la Prensa. Viajó, escribió versos y dramas, laboró incansablemente en su teatro universitario La Barraca; pero no habló de sí mismo.
   Las cosas han cambiado. Ley biológica inexorable. Esto substituye a aquéllo., lo mismo que el feudalismo cedió ante la burguesía y ésta cederá ante las jornadas progresivas de otro sistema económico. Si la gente leyese un poco la Historia, se evitaría muchas desazones y no pocos desengaños. No habrían vertido lágrimas por la inevitable caída de Teruel muchas niñas histéricas añorantes de las meriendas de Molinero y de los bailes vespertinos de Casablanca. Con decir que eran vespertinas ya se suponía su próximo ocaso.
   En el teatro actual, García Lorca no es una meta; es el punto de partida. Y esto da paso al reportaje que no pudo publicarse en 1933.

COMO VIVIA GARCIA LORCA

   En casa de sus padres. Una habitación casi austera. Un piano. Una cama turca. Una mesa sencillísima y una silla de enea. En el atril del piano, una recopilación de canciones populares anónimas., serranillas y campesinas del siglo XVII que rebuscó con pasión folklórica. Una estancia con libros de versos, y en las paredes, dos o tres banderines deportivos universitarios. Era el cuarto de un estudiante. Un amplio balcón se abría sobre la Avenida de la Plaza de Toros.
   - Necesito mucha luz para vivir- recuerdo que me dijo.
   Dos cosas del viejo reportaje conservan hoy su frescura de vida. Conservan, o quizá mejor dicho, recobran; porque todo lo de Federico: obra biografía, anécdota, se recuera en sí; es ya algo permanente y poderoso, como la biografía de Lope y la concepción dramática de Calderón.
   -Yo vivo en la ciudad durante el invierno- habló sin interrupción de mi parte, mientras yo no hacía otra cosa que observar y recoger notas-. Pero me escapo al campo en cuanto puedo. En el verano vivo en la vega de Granada, donde todo es luz y color y perfume.
   En aquellos días acababa su "Yerma" y ponía la mano en "Doña Rosita, o El lenguaje de las flores", que ha estrenado Margarita Xirgú en Buenos Aires. Ya tenía esperando la tinta de la imprenta los versos de "Poeta en Nueva York", "Tierra y Luna" y el raro "Porque te quiero así de valses".
   Me habló de escribir para una actriz dramática "La destrucción de Sodoma". No sé si llegaría a hacerlo.
   -El teatro tiene que volver al drama. No al rigorismo del drama clásico. El drama nuevo tiene que ser caudaloso, múltiple. Al teatro le sobran los palcos y las butacas. Hay demasiada distancia entre el espectador y el actor. El público, según se acerque al escenario, o lo rodee, establecerá un contacto cordial con el intérprete, se unirán en igual calor, en igual entusiasmo, y entonces el teatro renacerá. La gente, al separarse del escenario, gana en perspectiva lo que pierde en calor cordial. A distancia no ve más que lo grosero, lo barroco. Yo prefiero a Rafael que a Pedro Ribera.
   (Nota para el lector olvidadizo: Rafael es Rafael de Urbino, el pintor delicado. Pedro Ribera es lo contrario: lo recargado, lo pomposo que caracteriza el barroquismo del XVIII español, de que es modelo típico la portada del Hospicio madrileño.)
   
EL TEATRO AMBULANTE

   García Lorca creó La Barraca, teatro universitario que iba, como las farándulas de Lope de Rueda y Juan Rana, de pueblo en pueblo despertando en las almas dormidas el afán de conocer nuevos horizontes. Lo tituló La Barraca para seducir más la curiosidad de las gentes, atrayéndoles a las sensaciones puras del arte clásico con la viveza policroma y barroca de los circos ambulantes.
   - No me gustan mis obras -dice García Lorca finalizando el reportaje-. Me gustan las de los demás. Y escribir... Escribir, después; primero, vivir, pasear, hablar.
   En el campo -bien ajeno a lo que sobrevenía- acabó Federico de vivir. Pero digo mal; García Lorca no dejó de vivir: empieza ahora.
                                                                                                                                        LAERTES


Para esta entrada he consultado la fotografía y siguiente documentación:

Laertes, La Voz, 9 septiembre 1936 y 25 diciembre 1937, en BNE Hemeroteca.
Sánchez Portela, Alfonso, fotografía de la exposición Alfonso en la Sala Canal Isabel II de Madrid.


UNA FOTOGRAFÍA

Esta fotografía, un recorte de prensa, la guardaba en el Libro de Poemas (1921), de Austral ed. 1971. El ácido del papel del recorte de periódico se ha transmitido a la hoja de libro, que ha dibujado un recuadro que enmarca el titulo. Leo los primeros versos.


Viento del Sur,
moreno, ardiente,
llegas sobre mi carne,
trayéndome semilla
de brillantes
miradas, empapado
de azahares.

            Veleta. 1920


PLAZA DE SANTA ANA EN MADRID

Frente al Teatro Español, en la parte baja de la plaza de Santa Ana, en torno a la escultura de Julio López dedicada a Federico García Lorca, hay un grupo de personas. Una mujer habla al grupo. Al verme llegar me hacen hueco frente a Federico. Al parecer, la escultura era un homenaje por el cincuenta aniversario del estreno de Yerma en ese teatro. Había llegado desde la parte alta de la plaza y cruzado frente a la de Calderón de la Barca -había leído que don Pedro había llegado allí cien años antes que Federico, hoy de ninguno de los dos se sabe donde descansan sus restos, los dos desaparecidos en la misma guerra; también había leído que la escultura de Julio López había estado en el cuartel de Conde Duque diez años antes de instalarla en la plaza porque la plaza estaba en obras-. Al enfocar con mi cámara medio cuerpo de Federico descubro a través del visor que ha desaparecido la alondra que el escultor puso entre las manos del poeta. ¡Qué tristeza!.

Federico García Lorca obra de Julio López (1984-1986) Bro

(...)
Mi pegaso andaluz está cautivo
de tus ojos abiertos;
volará desolado y pensativo,
cuando los vea muertos

Y aunque no me quisieras te querría
por tu mirar sombrío,
como quiere la alondra al nuevo día
sólo por el rocío.
(...)

                 Madrigal de verano 1920

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