martes, 27 de diciembre de 2022

Federico García Lorca

CASA AMÉRICA

Pequeña exposición e intensa, muy intensa con un título sugestivo: España de Els Quatre Gats a los encuentros de Pamplona. Un recorrido de casi un siglo, según la nota que acompaña la muestra: "El país de Els Quatre Gats, establecimiento barcelonés, imitado en los cabarets montmartreses, que abre sus puertas en 1897, creado por Santiago Rusiñol y Ramón Casas" (...) hasta "El país donde en 1972 se celebran los Encuentros de Pamplona, gran cita del arte experimental"; pasando por el país del impar Gómez de la Serna, los uruguayos Rafael Barradas y Joaquín Torres-García y el catalán Joan Salvat-Papasseit; Rafael Alberti, García Lorca, Miguel Hernández, Óscar Domínguez,... Casi todas las referencias están ligadas con publicaciones, dibujos, pinturas, periódicos, libros, etc., Sobre Federico García Lorca hay al menos dos pequeñas referencias, una carta manuscrita y una tarjeta de una exposición. La primera es Carta manuscrita para Delia Morcillo de Capdevila (esposa del poeta Arturo Capdevila). Buenos Aires, 1933


            Sra. Delia M de Capdevila:
                Reciba usted sra. con estas flores mi sentimiento y mi
                disculpa por lo ocurrido ayer. Asi lo espero de su gentileza y
                deseo que nos encontremos en otra ocasión
                Salude a su esposo y perdone a este poeta que besa sus manos

                Federico García Lorca

El tarjeta de la exposición de dibujos de García Lorca en Galeries Dalmau de Barcelona se acompaña de un relación de artistas, entre los qu3e se encuentra el mencionado Rafael Barradas.

Catálogo de su exposición de dibujos. Barcelona. Galeries Dalmau, 1927

Casa de América, en el Palacio de Linares, plaza de Cibeles, s/n de Madrid.


RECUERDOS DE GRANADA Y UN ARTÍCULO

Los recuerdos de mi primer libro de Federico García Lorca fue la Librería Prieto, en la calle Mesones, 8. Granada. El verano de 1974. No recuerdo cómo era la librería, aunque sí el momento que entré y el olor, un olor neutro y agradable, de frescor; son recuerdos de los 15 años. Fue de mañana, me acompañaba Miguel que se extrañó que fuera a comprar un libro, y ¡de poemas! 

Felipe Morales entrevistando a Federico García Lorca para La Voz
Madrid, abril de 1936. Fotografía Alfonso (Alfonso Sánchez Portela)

Buscando la crónica que debía ilustrar la fotografía de la estatua que encabeza esta entrada, encontré esta breve nota: SE CONFIRMA EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA (...) Fugitivos granadinos ratifican la noticia del asesinato por los rebeldes del gran escritor Federico García Lorca(La Voz. Miércoles 9 septiembre 1936). Una crónica que he encontrado que utilizó la fotografía de Alfonso, se publicó un año después. La fotografía fue tomada cuatro meses antes de su asesinato, un mes después de estallar la Guerra Civil. De la imagen el artículo sólo reproduce el torso del poeta; hay otra fotografía en el artículo en la que el poeta lee ante un público selecto "Mariana Pineda". La crónica de La Voz es del Sábado, 25 diciembre 1937.

UN REPORTAJE OLVIDADO. El Teatro que veía García Lorca y la vida sin agitación, pero activa y no sedentaria del autor de "Romancero Gitano". Lo que no pudo decirse en 1933, Biografía inexorable; ésto sucede a aquéllo. Cómo vivía García Lorca. "El Teatro ha de volver a ser dramático".

UN REPORTAJE OLVIDADO. Un amigo periodista me pidió hace tiempo unos reportajes sobre Teatro. Ocurría esto en 1933, un año y medio antes de octubre... Yo tuve siempre la obsesión de los autores modernos que habían de substituir alguna vez a los maestros. He dilapidado mi tiempo propugnando la nueva teatral con una fe quizá excesiva en el futuro de nuestra dramática. Motivo que me valió desdenes de los usufructuarios del voto acumulado y pocas gratitudes de los mismos que defendía.
   Siguiendo mi línea proselitista en el sentido de un arte escénico que arrumbase viejas fórmulas, me fui en busca de Federico García Lorca. . Charlé con él en su casa de Madrid (calle de Alcalá arriba), y de la extensa conversación saqué notas para un reportaje. Con las cuartillas me fui en busca de mi amigo.
- Pero ¿Qué ha hecho usted?
- Un reportaje teatral. Lo que me ha pedido.
- ¿Con García Lorca?
- A estas alturas, ¿valía la pena interviuvar a Arniches?
- No es usted hombre práctico. (una pausa) ¿Qué tenía pensado para después?
- Charlas con la gente joven.
- ¡¡Oh!!
Mi amigo hizo un gesto de contrariedad, y
- Lo siento mucho -me dijo- . No puedo publicar estas cosas. 
   Me devolvió el artículo y me tendió la mano. La colaboración se quedó en proyecto. Hoy, entre algunos trabajos olvidados, con las cuartillas ya amarillentas, he reencontrado el reportaje.
Pasó aquel año 33. Fueron las elecciones de noviembre. En la pantalla dramática de la vida española se proyectó el octubre doloroso, las tormentas del 35, gestadoras de lo que iba a llegar... y, por fin, el año 36. Julio. El 7 de noviembre. Madrid, piedra y fuego, según dice la leyenda que son sus entrañas, se hizo de piedra y de fuego para contener al invasor. Y, al fin, el año 37, que termina como el primer jalón de la victoria. Durante este año 37, el teatro ha renacido con un ímpetu arrollador. La vida madrileña, normalizada, como ven las personalidades extranjeras que nos visitan, no sin asombro, se refleja en ese renacimiento de nuestra escena, presidido por un nombre que aureolan el martirio y la lealtad: García Lorca. Su nombre es el guion de una empresa artística: el del teatro Español.
   Creo que desde 1933, Federico habló pocas veces para la Prensa. Viajó, escribió versos y dramas, laboró incansablemente en su teatro universitario La Barraca; pero no habló de sí mismo.
   Las cosas han cambiado. Ley biológica inexorable. Esto substituye a aquéllo., lo mismo que el feudalismo cedió ante la burguesía y ésta cederá ante las jornadas progresivas de otro sistema económico. Si la gente leyese un poco la Historia, se evitaría muchas desazones y no pocos desengaños. No habrían vertido lágrimas por la inevitable caída de Teruel muchas niñas histéricas añorantes de las meriendas de Molinero y de los bailes vespertinos de Casablanca. Con decir que eran vespertinas ya se suponía su próximo ocaso.
   En el teatro actual, García Lorca no es una meta; es el punto de partida. Y esto da paso al reportaje que no pudo publicarse en 1933.

COMO VIVIA GARCIA LORCA

   En casa de sus padres. Una habitación casi austera. Un piano. Una cama turca. Una mesa sencillísima y una silla de enea. En el atril del piano, una recopilación de canciones populares anónimas., serranillas y campesinas del siglo XVII que rebuscó con pasión folklórica. Una estancia con libros de versos, y en las paredes, dos o tres banderines deportivos universitarios. Era el cuarto de un estudiante. Un amplio balcón se abría sobre la Avenida de la Plaza de Toros.
   - Necesito mucha luz para vivir- recuerdo que me dijo.
   Dos cosas del viejo reportaje conservan hoy su frescura de vida. Conservan, o quizá mejor dicho, recobran; porque todo lo de Federico: obra biografía, anécdota, se recuera en sí; es ya algo permanente y poderoso, como la biografía de Lope y la concepción dramática de Calderón.
   -Yo vivo en la ciudad durante el invierno- habló sin interrupción de mi parte, mientras yo no hacía otra cosa que observar y recoger notas-. Pero me escapo al campo en cuanto puedo. En el verano vivo en la vega de Granada, donde todo es luz y color y perfume.
   En aquellos días acababa su "Yerma" y ponía la mano en "Doña Rosita, o El lenguaje de las flores", que ha estrenado Margarita Xirgú en Buenos Aires. Ya tenía esperando la tinta de la imprenta los versos de "Poeta en Nueva York", "Tierra y Luna" y el raro "Porque te quiero así de valses".
   Me habló de escribir para una actriz dramática "La destrucción de Sodoma". No sé si llegaría a hacerlo.
   -El teatro tiene que volver al drama. No al rigorismo del drama clásico. El drama nuevo tiene que ser caudaloso, múltiple. Al teatro le sobran los palcos y las butacas. Hay demasiada distancia entre el espectador y el actor. El público, según se acerque al escenario, o lo rodee, establecerá un contacto cordial con el intérprete, se unirán en igual calor, en igual entusiasmo, y entonces el teatro renacerá. La gente, al separarse del escenario, gana en perspectiva lo que pierde en calor cordial. A distancia no ve más que lo grosero, lo barroco. Yo prefiero a Rafael que a Pedro Ribera.
   (Nota para el lector olvidadizo: Rafael es Rafael de Urbino, el pintor delicado. Pedro Ribera es lo contrario: lo recargado, lo pomposo que caracteriza el barroquismo del XVIII español, de que es modelo típico la portada del Hospicio madrileño.)
   
EL TEATRO AMBULANTE

   García Lorca creó La Barraca, teatro universitario que iba, como las farándulas de Lope de Rueda y Juan Rana, de pueblo en pueblo despertando en las almas dormidas el afán de conocer nuevos horizontes. Lo tituló La Barraca para seducir más la curiosidad de las gentes, atrayéndoles a las sensaciones puras del arte clásico con la viveza policroma y barroca de los circos ambulantes.
   - No me gustan mis obras -dice García Lorca finalizando el reportaje-. Me gustan las de los demás. Y escribir... Escribir, después; primero, vivir, pasear, hablar.
   En el campo -bien ajeno a lo que sobrevenía- acabó Federico de vivir. Pero digo mal; García Lorca no dejó de vivir: empieza ahora.
                                                                                                                                        LAERTES


Para esta entrada he consultado la fotografía y siguiente documentación:

Laertes, La Voz, 9 septiembre 1936 y 25 diciembre 1937, en BNE Hemeroteca.
Sánchez Portela, Alfonso, fotografía de la exposición Alfonso en la Sala Canal Isabel II de Madrid.


UNA FOTOGRAFÍA

Esta fotografía, un recorte de prensa, la guardaba en el Libro de Poemas (1921), de Austral ed. 1971. El ácido del papel del recorte de periódico se ha transmitido a la hoja de libro, que ha dibujado un recuadro que enmarca el titulo. Leo los primeros versos.


Viento del Sur,
moreno, ardiente,
llegas sobre mi carne,
trayéndome semilla
de brillantes
miradas, empapado
de azahares.

            Veleta. 1920


PLAZA DE SANTA ANA EN MADRID

Frente al Teatro Español, en la parte baja de la plaza de Santa Ana, en torno a la escultura de Julio López dedicada a Federico García Lorca, hay un grupo de personas. Una mujer habla al grupo. Al verme llegar me hacen hueco frente a Federico. Al parecer, la escultura era un homenaje por el cincuenta aniversario del estreno de Yerma en ese teatro. Había llegado desde la parte alta de la plaza y cruzado frente a la de Calderón de la Barca -había leído que don Pedro había llegado allí cien años antes que Federico, hoy de ninguno de los dos se sabe donde descansan sus restos, los dos desaparecidos en la misma guerra; también había leído que la escultura de Julio López había estado en el cuartel de Conde Duque diez años antes de instalarla en la plaza porque la plaza estaba en obras-. Al enfocar con mi cámara medio cuerpo de Federico descubro a través del visor que ha desaparecido la alondra que el escultor puso entre las manos del poeta. ¡Qué tristeza!.

Federico García Lorca obra de Julio López (1984-1986) Bronce

(...)
Mi pegaso andaluz está cautivo
de tus ojos abiertos;
volará desolado y pensativo,
cuando los vea muertos

Y aunque no me quisieras te querría
por tu mirar sombrío,
como quiere la alondra al nuevo día
sólo por el rocío.
(...)

                 Madrigal de verano 1920

viernes, 16 de diciembre de 2022

Hiperrealismo. Colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza

 Charles Bell. Tropics nights (1991). Óleo sobre lienzo

Unas cuantas obras, pero las suficientes como para dejar en el espectador una impronta de sorpresa frente a los cuadros hiperrealistas. Según nos relata la inscripción en el muro de la muestra, el hiperrealismo, como lo denominamos en España, "nació en los Estados Unidos en la década de los 60 como una deriva a partir del Pop Art y fue bautizado como Photorealims por el galerista Louis K. Meisel". El nombre se lo impuso por que las obras se basan en reproducir pictóricamente fotografías. En la exposición podemos ver dos momentos de la pintura hiperrealista, la de primera época o "primera generación del movimiento", representada por Richard Estes (1932) el hiperrealista más icónico, Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center (2017) justo debajo de estas líneas; y Charles Bell (1935-1995), la obra que encabeza esta entrada Tropics nights (1991). Las obras de esta primera generación giran en torno a los recuerdos del mundo infantil, "sus temas favoritos son los viejos juguetes de hojalata, las canicas, las máquinas expendedoras de chicles y las máquinas de pimball".

Richard Estes..Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center 
(2017) Óleo sobre lienzo.

La segunda generación, más cercana a nuestros días está representada por Don Jacot (1949-2021) con paisajes de Chicago con los que se da a conocer en los años  de 1980; aunque después derivó hacia creaciones cercanas a los juguetes de Bell, al final de su carrera vuelve "a las vías urbanas" como la de la siguiente imagen 49th and Broadway de 2019.

Don Jacot. 49th and Broadway (2019). Óleo sobre plancha de aluminio

Representantes de esta segunda generación, como dice la nota del mural de la sala, se internacionaliza; están representados en la muestra el artista francés Bertrand Meniel (1961) "que cultiva el paisaje urbano", presente con Lucky Dragon "combinando lo pintoresco mas cercano y cotidiano", la modernidad de la torre del fondo y el tradicional bazar chino.

Bertrand Meniel. Lucky Dragon (2009) Acrílico sobre lienzo

Con obras de menor tamaño, aunque sorprenden por la nitidez y minuciosidad de colores y destellos, la obra del italiano Roberto Bernardi (1974) quien retoma la línea de Bell con sus "bodegones, coloristas y brillantes, de objetos de cristal y golosinas" con Conejito en la esquina.

Roberto Bernardi. Conejo en la esquina (2019) Óleo sobre lienzo

Y por último la pintora británica Raphaella Spence (1978) representada aquí con dos excelentes obras "que escapan a los temas habituales del hiperrealismo" en las que plasma la preocupación por la degradación del medio ambiente Schweppes, con la que cierro esta sección, y El sendero.
 
Raphaella Spence. Schweppes (2022) Óleo sobre lienzo

Hiperrealismo en la colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza en Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en paseo del Prado, 8 de Madrid, hasta el 15 de enero de 2023

sábado, 10 de diciembre de 2022

Cerámica de Fajalauza

Una de las sorpresas más interesantes que tiene el visitante en la casa-museo de Joaquín Sorolla de Madrid es la espléndida colección de cerámica que poseía el pintor. Estas piezas pueden verse entre sus cuadros, decorando las diferentes salas del museo y en los jardines. La mayoría de las piezas no están muy documentadas pero cabe destacar la importancia que el artista, y los responsables del museo, concedió a esta disciplina. Un ejemplo es la cerámica Fajalauza, representada por un lebrillo de grandes dimensiones y decoración sencilla, esta pieza en concreto se utilizaba para lavar ropa. En la parte superior de la pieza se observa una grapa y en la base a la derecha del lector, una agujero que servía para desaguar. La cartela del museo nos explica algún aspecto más de la cerámica granadina y de la pieza en particular que se puede ver en la planta semisótano del museo.


"La loza popular granadina se conoce desde mediados del siglo XIX con el nombre de cerámica de Fajalauza. De esta puerta del Albaicín de Granada tomará su nombre la fábrica más importante de loza del siglo XIX. Esta cerámica tiene dos características principales, la decoración de vidriados intensos aplicados con pinceles gruesos y trazos anchos, y el color azul y verde. El verde, por ser más económico, es el color exclusivo de algunas tipologías.
El lebrillo se utilizaba para lavar la ropa, siendo utilizado el orificio que presenta en su interior a modo de desagüe."

Plato hondo o "brasero" de cerámica

En la planta baja podemos ver esta pieza con decoración azul "planto hondo o "brasero" de cerámica" que "se caracteriza por el azul cobalto y una decoración abigarrada".



Museo Sorolla, en la calle General Martínez Campos, 37 de Madrid


Vaso. Finales siglo XX

domingo, 4 de diciembre de 2022

Amalia Avia

Puerta del Sol (1979) Óleo sobre tabla

En 2016 hubo una exposición Realistas de Madrid en el Museo Thyssen Bornemizsa de Madrid, donde había una amplia muertas de pintores y escultores del realismo, muy cercano al hiperrealismo donde me sorprendieron Isabel Quintanilla y Amalia Avia. Desde entonces no había vuelto a ver nada más del grupo excepto algunas obras de Antonio López. Por esa razón no me ha sorprendido tanto ésta exposición de Amalia Avia en la Sala Alcalá 31, porque en realidad la exposición es desbordante en muchos aspectos, por la calidad, por la cantidad de obras y por la evolución de la pintora.

Domingo por la mañana (1967) Óleo sobre tabla

Para muchos es probable que haya pasado la obra de Amalia Avia (1930-2011) totalmente desapercibida, quizá porque ha sido arrinconada, como tantas otras artistas, sin saber por qué, en el ostracismo de una sociedad patriarcal como la que le toco vivir. No debemos olvidar nada de lo que la rodeó; sino intentar rescatar y saborear toda su obra que está provista de carácter y alma, algo de lo carecen muchos movimientos, para acabar rindiéndonos al encanto de algunas obras que semejan costumbristas, el alma de una España lúgubre que parece pervivir a la España negra de Gutiérrez Solana, y que pugnaba por salir de la oscuridad de la dictadura. Su obra me recuerda mucho aquellos años de infancia, los niños corriendo tras un balón en calles sin automóviles, las tierras pardas de cosechas y las lúgubres construcciones, estaciones de tren y mercados entre los restos de la guerra que se levantaban junto a sus escombros, las marcas comerciales que se radiaban entre noticieros y coplas, los muebles y las habitaciones con altísimas camas que parecían rezumar humedad entre los encajes, las tabernas y los bares luminosos y lúgubres de atmósferas rancias que destilaban embriaguez.

Rebaño (1960) Óleo sobre tabla

La cama de Lola (1981) Óleo sobre tabla

Torito (1969) Óleo sobre tabla

Cambio de agujas nº 2 (1997) Óleo sobre tabla

Mercado de Santander (1988) Óleo sobre tabla

La taberna (1977) Óleo sobre tabla

El lector, por las imágenes que traigo aquí, puede caer el error de creer que todas las obras tienen el mismo tamaño. No es así, El rebaño (1960) es una pequeña tabla que no excede los 30 cm de largo, mientras que Mercado de Santander (1988) o Puerta del Sol (1979) son obras que superan el metro de longitud, toda vez que las cartelas no indican las medidas de cada cuadro. Interesante es, sin embargo, las vitrinas donde se exponen los cuadernos de notas de la pintora en el que anotaba el lugar donde se expuso la obra y a quién o dónde se vendieron y las fotografías, en su caso, que le sirvieron de modelo.

El Japón en Los Ángeles (1995) Óleo sobre tabla
Esta obra da título a la exposición

Amalia AviaEl Japón en Los Ángeles. Los archivos de Amalia Avia, en Sala Alcalá 31, en la calle Alcalá, 31 de Madrid hasta el 15 de enero de 2023.