viernes, 8 de marzo de 2019

Japón

JAPÓN: FOTOGRAFÍAS COLOREADAS

Se suele tener la impresión de que el Museo Naval es un museo dedicado al mundo militar, a la Marina sin más, donde el espectador va a encontrar reproducciones de buques de guerra, estampas con asaltos de piratas y retratos de marinos. En parte es así, pero sólo en parte. Hay que recordar que la Marina tuvo un importantísimo papel tanto en la defensa de España como de los territorios de Ultramar: América, África y Asia , desarrollando a través de su labor un extraordinario patrimonio a la nación propiciado por el desarrollo de actividades tan diversas como la construcción naval, las exploraciones científicas, la cartografía, la botánica, la química, la física, la medicina, la farmacia, etc., tribuyendo a un fabuloso intercambio cultural entre los continentes. Prueba de esto es la actual exposición Asia y el Museo Naval en la que pueden verse la navegación y comercio, la defensa de las costas y los gabinetes de coleccionismo. Nosotros nos vamos a parar en el coleccionismo de viajeros, marinos y comerciantes y que donaron al Museo, entre ellas las fotografías coloreadas procedentes de Japón. Un excelente trabajo comisariado por D. Ramón Vega Piniella.

Las cartelas informativas nos introduce en un breve contexto histórico en el que destaca que Japón en 1864 carecía de un comercio dedicado a las exportaciones; con la llegada turistas y comerciantes, y con ellos los primeros fotógrafos occidentales, afectará a la tradición de los artesanos grabadores del país y su tradicional técnica de trabajo, los ukiyo-e, que paulatinamente se irán decantando  por la fotografía coloreada, las albúminas. De entre estos talleres destaca "el estudio del barón Raimund von Stillfried". "Estas fotografías -añade la cartela- se hicieron muy famosas entre los comerciantes y viajeros al tratarse de objetos ligeros, baratos y que mejor representaban la realidad del país".  Esta industria fue ganando terreno gracias al auge del turismo siendo"durante los primeros años del siglo XX, con la apertura del país a Occidente, cuando se multiplicaron las tiendas de antigüedades", como la fotografía que se muestra a continuación.

INTERIOR DE UNA TIENDA DE ARTESANÍA PARA TURISTAS OCCIDENTALES.
Barón Raimund von Stillfried c. 1880
Las tiendas suvenires y antigüedades de Japón fueron progresivamente adaptándose a los gustos occidentales. En este caso se ve una tienda que ya va incorporando objetos pensados para su exportación, conviviendo con autenticas reliquias familiares.

De entre las fotografías que se pueden ver en la exposición destaco otras tres en las que incluyo el texto íntegro de la cartela de su indudable interés:

ARQUERO KYUDO 
Barón Raimund von Stillfried c. 1880
Las tradiciones eran uno de los temas más solicitados por los viajeros y marinos en los talleres de fotografía. En este caso se trata de un arquero de kyudo, una técnica de tiro con arco que se centra más en la meditación que en la puntería.


JOVEN MIRANDO GRABADO. Anónimo c. 1880
Las escenas de vida cotidiana más solicitadas eran: la contemplación de grabados de madera (ukiyo-e) o la interpretación de la guitarra tradicional de tres cuerdas (shamishen) como entretenimiento de las jóvenes japonesas.

LAS TRES MAIKOS
Barón Raimund von Stillfried c. 1880
Las maikos eran jóvenes aprendizas de geisha. Su función era asistir a clases de las más diversas artes para su formación en el mundo del entretenimiento, sobre todo en las casas de té u okiyas. Son fácilmente reconocibles por sus llamativos kimonos (obi) y elaborados peinados que contrastan con la elegancia de las geishas, mucho más sobrias en su estilo.


Asia y el Museo Naval, en el Museo Naval de Madrid, en Paseo del Prado, 5, hasta el 20 de mayo de 2019.



ARTE JAPONES, EXPOSICIÓN EN GALERÍA PELAYO47, MADRID 2014.


Era el preludio a la exposición de arte japonés, sobre el tiempo inamovible, el arte y la tradición que a los occidentales nos encanta ver: "el mundo de la flor y el sauce, así se conoce el entorno de las geishas", representado escenas costumbrista "tomadas en el Japón que comenzaba a abrirse a occidente a finales del siglo XIX": el palanquín, el samurai, las cortesanas, el dormitorio, el comedor, los peinados, las sedas, fotografías que "reflejan, con una cuidada puesta en escena, casi teatral, la mágica realidad que, ya en su momento plasmaran los artistas de las ukiyo-e", fotografías coloreadas a mano, en la que cada personaje y cada objeto tiene su lugar, con ese orden y minuciosidad que se desprende de las costumbres orientales.


Si maravillosas son las fotografías no menos impresionantes son los rollos de papel de seda pintados. Se representan animales "los gestos del pincel dibujan animales sorprendidos en movimientos tan descriptivos de su fisiología, como exactos en los contornos de su fisonomía". Representaciones verticales de paisajes, aguas turbulentas y brumas donde una carpa brinca armoniosa entre la espuma del río en pos, quizás, de un insecto. "El conjunto es una magistral lección de dibujo y admiración de la naturaleza", son los Animales en el pincel, como si la esencia del dibujo, el color y la forma, reposan entre las suaves cerdas  del pincel dispuestas a saltar al papel y perpetuar el movimiento en un instante.


Pero en la galería "Hay más" -me indica señalando el interior donde hay una mesa, un expositor de libros y una pantalla de televisor casi en el techo donde van sucediéndose algunas imágenes de la exposición. Hay más luz, una luz que cambia el ambiente. Las imágenes en la pantalla se acercan y agrandan acompañadas de música suave, música con la cadencia de las notas que fluyen con sosiego y dan la paz necesaria para la contemplación. Y en la pared hay una serie de dibujos: bocetos de jardines, un jinete, un puente y gatos acurrucados en el más íntimo de los sueños. Todo en blanco y negro, casi grisáceo. Son la esencia, la primera captura de la imagen transportada al papel transparente, delicado y sutil. En un instante es fácil cerrar los ojos y recrear las imágenes con la música de fondo que quizás no tenga más allá de cuatro o cinco notas, que hacen sentir plenamente el tiempo reposado en las fotografías, en los rollos de papel de seda y en las hojas sueltas con bocetos


Me comenta con entusiasmo la directora que han pasado muchas personas para ver la exposición, sobre todo jóvenes, que miran las obras con un silencio respetuoso, casi ceremonial, luego se llevan alguna postal, el que puede compra, me dice, el que no, disfruta, aprende y vive el arte tan de cerca y tan vivo, como la persona que tiene a su lado. Fue media hora, quizás algo más, un tiempo intenso y lleno de sensaciones que sólo esas imágenes podían transmitir en el ánimo y hacer el tiempo tan breve  y a la vez intenso en belleza.


La Galería Pelayo47 está en la calle Pelayo, 47 de Madrid. La exposición está hasta primeros de febrero de 2014.

A mediados de 2015 la Galería Pelayo47 cerró sus puertas.

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