Jerónimo Salinero en el cuadríptico despegable de su exposición Propuestas, que él mismo prologa, se pregunta, o afirma con dudas, haber hecho esta exposición, por si el hilo de la muestra se rompe ante el espectador, porque en ella nos propone un recorrido a través del tiempo por su obra -algunos pensarán que son tres o cuatro pintores, me decía unos días antes-. Salinero pintor, grabador y cómo no, poeta. Y esta duda, de cuántos autores exponían, aunque fuese uno solo, que los que estábamos allí no lo dudamos siguiendo el hilo de la muestra, se trasladaba entre los compradores a cuál de las obras era más Salinero. Posicionarse es difícil, todos son Salinero.
El debate, si es que lo hubo, giró entonces en torno al concepto de las obras, si éstas eran cerradas, -hay que recordar su anterior exposición. Divertimento en el que las composiciones se formaban sobre campos cerrados por cuerdas caídas aleatoriamente sobre el lienzo- si eran composiciones abiertas, en las que los colores se expandía libremente en la obra sin más límite espacial que el que permitía el soporte: papel o lienzo. La conversación parecía girar más en torno a un concepto físico, que recordaba en cierta manera a la expansión del universo, si éste era finito o infinito en el que se jugaba, como Salinero hace de forma magistral, con la materia, que sobre un concepto artístico: La cuerda como pretexto, pero el leitmotiv es otro: la paleta, -resume el propio Salinero parafraseando al crítico de arte Tomás Paredes- La materia hecha piel del tiempo... particular, mágico. Un viaje en el espacio y en el tiempo; lo particular y lo mágico que hay que degustar, debatir y reflexionar en la sala, frente a la obra.
Propuestas, de Jerónimo Salinero en Galería Orfila, en calle Orfila, 3 de Madrid, hasta el 22 de febrero de 2020.
DIVERTIMENTO PARA CUERDA
Galería Orfila. Febrero-Marzo 2015
Tienen los fotógrafos un momento mágico que llaman la hora azul. Es la hora en la que la luz artificial de la ciudad se compensa con la luz natural y los colores van tomando tonalidades azules que los saturan. Es uno de los momentos idóneos del día, al amanecer y al atardecer; dura unos pocos minutos, pero es la hora ideal para hacer buenas fotografías. Lo mismo ocurre después de la inauguración de una exposición, dos días después puede ser la hora azul para el espectador, cuando las obras aún conservan todo su colorido y el ambiente de la sala parece saturarse de los reflejos, que la luz natural que llega de la calle y la luz artificial de los focos, arrancan de los lienzos. Es el momento idóneo para pasear junto al artista e ir desgranando impresiones que horas después, acostumbrado el ojo a la visión deslumbrante del color, éste parece difuminarse.
"De hilo, cuerda, instrumento, idea y obra, está construida el alma". La cuerda, no busca una forma sobre el lienzo, sino que cae caprichosa y aleatoria, y dibuja en la superficie formas y planos sobre los que se van conformando espacios independientes, espacios que delimitan en cada uno un microcosmos propio, donde se enfrentan colores, formas y texturas. He sentido durante el paseo la tentación de tocar los cuadros, los azules, los ocres, las superficies cuarteadas, los materiales lisos, las áreas rugosas y segmentadas, cortadas e independientes. Existe en alguna de las obras algo de ingenuo y surge la palabra, una y otra vez, art brut, la ingenua composición del loco, la expresión infantil donde un amarillo se enfrenta al siena o donde un área oblonga se esboza en un rosto,o donde en un óvalo se insinúa un ojo: "mira como la cuerda perfila la superficie, delimita el musical revuelo de las formas, que como notas se cruza, buscando el deseado encuentro".
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