Cuando llegué a la sala la empleada se disponía a desmontar la exposición Raw Power, de fotógrafo sueco Mats Bäcker, aunque me dijo que se mantendrán las obras en otra sala. Todo un alivio, pensé, no obstante nunca he sabido dónde se encuentra esa otra sala, aunque sé que existe, así que no perdía mucho el tiempo y anduve por la pequeña galería buscando en cada uno de los recovecos que la componen todas las fotografías posibles, intentando retener su localización: bajo la escalera que lleva al despacho, en la entrada, en esa pared donde los reflejos de la luz de la mañana hacen imposible ver la fotografías y mucho menos fotografiarlas; luego por la tarde, aunque las sombras son más largas y la fachada del convento de monjas que hay enfrente, en la otra acera, alta y robusta, escamotea los últimos rayos de sol, tampoco en ese lado se puede fotografiar, ni ver y en ocasiones tan solo intuir algunos detalles.
Hay recuerdos que aún perduran de la lectura de aquellas revistas, "una era Popular1"; y a continuación salen varios nombres que ya no recuerdo. Al lado de esa fotografía hay otras dos de Iggi Pop, una de un concierto de 1977, que seguía o antecedía a la del sillón; luego una de Bono (año 1982) y una de Joe Strummer, también del 77. "¿Quién es?" Nos miramos. "El guitarra de The Clash". Nos miramos de nuevo y sonreímos. Enfrente Mick Jagger y Keith Richards. Son fotografías que podían tomarse en el escenario, cerca del músico "en los 80 se empieza a perder esta cercanía y el fotógrafo, a su vez, empieza a perder interés en retratarlos". Comienza el divismo que aleja cada vez más al artista del fotógrafo y del público. De la cercanía del público hay una imagen excelente, -aunque repleta de reflejos, no me resisto a no publicarla- es de Dead Kennedys -Too drunck to fuck- de 1983, sobre las escaleras, "El punk nunca me atrajo". Me vienen a la cabeza las imágenes de Janis Joplin que no están aquí, mezclada con el público o Rory Gallagher sobre los bafles a dos metros del espectador. Gallagher, recordé, tenía miedo a volar, pensé que era la escusa perfecta para beber. Me hubiese gustado ver una fotografía de ellos.
Hay una imagen de Prince, otra de Grace Jones y una de David Bowie, Craked Actor, Brussels, 1983, sentado, sostiene una calavera en una mano, magnífica, como si interpretase Hamlet, bajo un potente foco, en la otra mano el micrófono: "Fue una actuación muy esperada, hacía 5 años que no actuaba, había una expectación tremenda".
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