sábado, 24 de marzo de 2018

Joaquín Vaquero Palacios: La belleza de lo descomunal


Tan desconocido para el gran público como excepcional es la figura de Joaquín Vaquero Palacios. Personalidad insólita y artista destacado en las disciplinas que trabajó: arquitecto, pintor, escultor y diseñador, "fue un creador total que abordó el proceso creativo de modo global". Así presenta a este arquitecto ovetense, licenciado en Madrid en 1927, en la exposición que el Museo ICO le dedica a su obra, en el período de 1954 a 1980, con la construcción de cinco centrales eléctricas en Asturias para  Hidroeléctrica del Cantábrico. La muestra intercala fotografías de la obra de estas centrales, su integración en el medio natural y pinturas, sobre todo óleos de paisajes del entorno, y una selección de textos del autor en los que muestra su inquietud y pensamientos sobre su obra: "¿Es sostenible la presencia del hombre en la tierra?".

La fundidora de Monterrey. Óleo sobre lienzo (1960)
Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900-Madrid, 1998), arquitecto, pintor y escultor, fue un creador total que abordó el proceso creativo de modo global. Prolífico en todas las disciplinas, esta exposición se centra en el trabajo que, fruto de treinta años de colaboración con Hidroeléctrica del Cantábrico, materializó en cinco centrales eléctricas asturianas concebidas como obras de arte total: Salime (1945-1955) -uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial española adscrita al Movimiento Moderno-, Miranda (1956-62), Proaza (1964-68), Aboño (1969-1980) y Tanes (1980). Murales, esculturas, mobiliario, diseño industrial -en solitario o con la colaboración de su hijo, Joaquín Vaquero Turcios- y, en algunos casos, incluso la arquitectura, convierten a Vaquero Palacios en un hombre renacentista que fue capaz de transformar las enormes estructuras de estas centrales eléctricas en auténticas catedrales industriales del siglo XX.

Vaquero Palacios se encargará de la arquitectura y los trabajos de integración artística de las centrales en el medio (Llegábamos a Proaza y yo me quedaba extasiado de la belleza de aquella montañas de caliza blanca, con laderas plegadas y aristas en la roca. Siempre guardé imborrables este recuerdo...); cuida los aspectos de la obra y su impacto sobre los empleados (En los espacios y galerías de las plantas inferiores se procuró suprimir el aspecto frío y laberíntico de los subterráneos empleando tonos generalmente calientes en muros, techos, y suelos,...); del mobiliario, diseña desde los sellos de caucho, a lámparas, armarios (Aparte de la arquitectura propiamente dicha, hube de proyectar en el interior las carcasas para los alternadores, armarios, pupitres y mesas para los mandos, y demás dispositivos y muebles en el Cuadro); el espacio (La entrada al túnel adquiere la solemnidad que merece el descenso de 385 metros de cota que sin saber por qué, quizá por el frescor y la media luz, siempre se hace en silencio...)... Termina el folleto informativo de la exposición, comisariada por Joaquín Vaquero Ibáñez, que ésta intenta transmitir "cómo una saga de creadores, -que se inicia con Narciso H. Vaquero, padre de Joaquín Vaquero Palacios, y continúa con la del hijo de éste, Joaquín Vaquero Turcios- artistas, ingenieros y arquitectos enfocaron su vida y su producción creativa, sin hacer distinciones, a la consecución de aquello que podríamos definir como la 'obra total'".


El texto y las fotografías de esta entrada están basadas en el folleto informativo y en la exposición; además de la breve introducción que hace Ángel Urrutia de la obra y figura de Joaquín Vaquero Palacios en su libro Arquitectura Española Siglo XX, de editorial Cátedra, Madrid, 2003.

El Museo ICO está en la calle Zorrilla, 3 de Madrid. La exposición estará hasta el 06 de mayo de 2018. La entrada es gratuita.

Central de Proaza

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