sábado, 25 de mayo de 2024

Gustavo Torner

CALLE DE LA PRINCESA DE MADRID

En la calle de La Princesa en Madrid, al principio, bajando a la derecha antes de llegar a plaza de España, se encuentra la plaza de los Cubos. No sé si se llama así en realidad, de los Cubos, o se llama así por la escultura de Gustavo Torner, en realidad la escultura se llama Reflexiones, una obra abstracta a base de cubos de acero que el observador no sabe si interpretar un movimiento o, como decía Zóbel de la obra de Torner, un mundo equívoco y borgiano, o una secuencia de poliedros que avanza hasta caer desde su pedestal en la profundidad, en los bajos de la calle Princesa. En frente, al fondo, están los Juzgados de lo Social, la antigua Magistratura de Trabajo. Sea como sea, era donde se firmaban y firman los despidos, se pactan los contenciosos laborales. En esta época, paseando por la plaza para salir a la calle Ventura Rodríguez, las mañanas soleadas, se pueden ver a mucha gente desayunando al sol, uno piensa en seguida que deben ser abogados laboralistas, que dejan los expedientes, carpetas de cuero en la silla vacía que hay a su derecha, listos para ser sancionados.


Y sobre la mesa cruasanes a la plancha, mantequilla y mermelada, abren los ordenadores portátiles, el teléfono móvil junto al portafolio de cuero, se inclinan hacia atrás, m8entras el camarero les sirve un café con leche, y fingiendo esperar una llamada, o a un colega, o a un cliente, de repente descubren esa mole de cubos que parecen perder el equilibrio y desmoronarse, y mientras caen, reflejase en cada cara los colores de los letreros de las cafeterías,  azules, rojos, verdes,... 

Los Cubos o Reflexiones, de Gustavo Torner, en calle de la Princesa, 3 de Madrid.


MUSEO DE ESCULTURA AL AIRE LIBRE DE MADRID

Al concebir esta escultura, Plaza-Escultura, Gustavo Torner (1925) nos explica la web del Ayuntamiento de Madrid, que el artista pensó en representar una plaza con una fuente, de manera que el público no se diera cuenta de que todo era una escultura, excepto aquel que "con sensibilidad y atención mirase detenidamente".

Plaza-Escultura, granito y cobre (1972)

Plaza-Escultura está diseñada, según comenta Torner, como un conjunto unitario en el ámbito en el que se sitúa, en la calle Serrano, y desde donde domina el espacio que abarca el conjunto del museo, desde esta calle hasta el paseo de la Castellana. En principio se concibe su construcción en piedra porosa donde pueda crecer vegetación, no obstante, varios cambios en el diseño original, ésta se coloca sobre una base de granito. También estaba pensada la construcción de una fuente que proporcionase una lámina de agua que haría de espejo reflejando el entorno y tampoco se llegó a construir fuente alguna. Sobre esta base, en principio pensada en un material más rústico, como cemento, se coloca cuatro elementos geométricos que sustentan una esfera inexistente tan sólo perceptible al espectador sensible. Estos cuatro elementos están construidos en cobre lo que proporcionaba a la obra un color rojizo que contrastaría con el negro original del pedestal; hoy día ese color ha desaparecido producto de la oxidación del metal. Por todo ello, el espectador debe hacer un esfuerzo para desentrañar tanto el significado de la obra original como el actual, algo realmente imposible.

En la base de mármol podemos ver el reflejo del edificio de enfrente; en la idea
original esta superficie se cubría con una fuente y una fina lámina de agua que
proporcionaría el efecto de espejo.




jueves, 16 de mayo de 2024

Juan Bordes Caballero

ESTACIÓN DE ATOCHA DE MADRID


La escultura El Bautista o El Orador, obra de Juan Bordes Caballero, es uno de esos enigmas que el visitante, el viajero, que transita por la estación de tren de Atocha, ha de enfrentarse. Se encuentra instalada en la entrada o salida a la calle Méndez Álvaro, y aunque por mucho interés ponga el viajero, la obra es imposible identificarla, no hay cartela. La escultura es un bronce de 1989-1990, saber sus medidas,... Durante la primera visita la salita donde se expone, junto a otra obra, tenía mucho tránsito de viajeros, había que esperar un momento de tranquilidad para fotografiarlas; en la segunda visita, pocos días después, el entorno se había alterado. Había obras en el exterior y se había colocado vallas a uno y otro lado de las esculturas, afeándolas, sin sentido, el vacío era prácticamente absoluto ...

El Bautista o El Orador. Bronce (1989-1990)


PLAZA DE LA REMONTA EN MADRID

En un viaje a Ávila me presentaron a Juan Bordes. Fue en unas jornadas en el Palacio de los Serrano (2004), cursos de pintura (María Moreno y Antonio López). Aunque fue en Ávila, me lo presentaron porque era profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Y allí parece que se quedó mi conocimiento estancado durante unos años; lo mejor es cuando el observador comienza a investigar y, sobre todo a recordar, encuentra obras del artista, la mayoría, claro está, se encentran fuera de nuestro ámbito geográfico, otras, por fortuna, cerca. Descubrí El Hombre vitruviano en una plaza de Madrid, en La Remonta, que cuentan que hubo en ella una plaza de toros, no obstante, justo enfrente en diagonal en la plaza hay un interesante mural con motivos de caballos.

El hombre Vitruviano (1995) Juan Bordes (escultor)) J.M. Adell (Arquitecto).
Plaza de la Remonta Madrid

El hombre Vitruviano (1995) Detalle.


REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO DE MADRID

Juan Bordes. Las Palmas de Gran Canaria, 1948
E-168. Destrucciones. Escayola, 48,5 x 52 x 51,8 cm.

En la última visita a la Real Academia de San Fernando recordé haber visto un grupo escultórico de Juan Bordes aunque no el volumen, sí la temática que se explica brevemente en la cartela que acompaña a la obra, DestruccionesEscultor que a los 9años inicia su formación con Abraham Cárdenes en la Escuela Luján Pérez de su ciudad natal (Las Palmas de Gran Canaria). En 1965 se traslada a Madrid donde cursa la carrera de Arquitectura, siendo notables sus esculturas monumentales integradas en edificios. Le interesan las transformaciones pedagógicas del siglo XIX y su relación con las vanguardias del XX. Al trabajar lleva a cabo una reflexión paralela y fotografía las etapas de proceso creativo. La obra de Bordes está reconocida por diferentes obsesiones: la piel, el cuerpo humano, la idea de lo caduco y perecedero. Los miembros mutilados o descoyuntados van formando una legión fantasmagórica y evocan las atrocidades sin sentido presentes en el mundo actual.
Donación del autor al ingresar como académico de número el 29 de octubre de 2006.

Destrucciones (sección)



lunes, 13 de mayo de 2024

James Rhodes


Aunque parezca tópico, en la fotografía de James Rhodes existe, hay un algo diferente, que tiene ese punto de intuición, de lo sencillo, de lo puramente sencillo que desprendía la obra de los fotógrafos de los 60, no es ingenuidad, pero sí la búsqueda de lo natural, sin imposturas, que lo hace ser genuino, al menos es lo que se desprende en su exposición en Galería Blanca Berlín, James Rhodes, Fotógrafo.


En la hoja de mano de la exposición podemos leer una resumen del sentimiento de Rhodes: "Una de las mayores revelaciones de mudarme a España y coger mi primera cámara ha sido encontrar un país y una pasión (en este caso la misma) que me inspira a mirar hacia arriba. Levantar la cabeza, echar hacia atrás los hombros e inhalar las ciudades. Tomar fotografías de lugares, personas, vistas y escenas mientras viajo por España se ha vuelto instintivo. Es una manera de reducir la velocidad, estar presente, ser testigo".




James Rhodes, Fotógrafo, en Galería Blanca Berlín, en calle Limón, 28 de Madrid, hasta el 18 mayo 2024.





lunes, 6 de mayo de 2024

Manolo Valdés

PALACIO LOS SERRANO DE ÁVILA

En el patio renacentista del palacio de Serrano en Ávila encontramos esta Menina, escultura de Manolo Valdés, a la izquierda de un piano y algo distante de hombre tumbado, desnudo, obra en bronce de Antonio López. Destaca la obra de Valdés, una menina esquemática, con el realismo del desnudo de López y los escudos de la familia Serrano -el palacio se construyó mediado el siglo XVI (1555)- que decoran los capiteles de las columnas del patio. No tiene firma, aunque el observador no precisa de más información para deducir su autoría y más aún teniendo en cuenta que, en el primer piso porticado, pueden verse dos obras gráficas de Valdés, otras dos meninas, esta vez sí, bien identificadas, enmarcadas.




PASEO DE LA CASTELLANA. CUATRO TORRES. MADRID



Había subido hasta el paseo de la Castellana de mañana. El día luminoso, hacía algo de frío, y el entorno bullicioso. Había un incesante tránsito de hombres y mujeres jóvenes entre las torres de cristal, las nuevas Babel donde el problema del idioma parece solucionado, un área de negocio convertido en  business area, la única confusión, aparente, era la cola interminable de jóvenes esperando, ordenados en hileras, subir al ascensor. Como si la mujer de Lot fuese, la Menina de Manolo Valdés, los veía desde su corazón de bronce y ciega, esperar el turno. A cada instante, muy breve, la hilera de jóvenes se movía, entraba en la torre PwC, a una velocidad sorprendente, devorados y sumisos, parecían ser engullidos en las entrañas del edificio.

Manolo Valdés. Menina.


PARQUE DEL MANZANARES. MADRID



A los pies de una de las esculturas, cabezas de mujeres en la terminal T4 de Barajas, bajo la mirada de La Soñadora, puede leerse un texto de Mario Vargas Llosa: "Amigas: ustedes envidian los lujos que no tengo". Este párrafo es de la introducción que hace un periódico de Madrid de la escultura Cabeza de Ariadna o Ariadna IV, la escultura monumental, obra de Manolo Valdés, que preside el cerro artificial La Atalaya al sur de la capital, en la ribera del Manzanares. Desde allí la cabeza de la heroína que ayudó a Teseo a salir del laberinto de Creta tras dar muerte al Minotauro, domina un amplio paisaje del norte de Madrid, desde Somosierra a Guadarrama y Gredos, una dama coronada con lo que asemeja el ovillo de Ariadna, o un enjambre de partículas que gira en torno a una cabeza atómica, una imagen siempre sugerente desde la carretera que conduce hacia el sur, desde el cerro artificial ideado por Ricardo Bofill, en realidad una escombrera, que acoge a la izquierda del Manzanares, el busto de bronce y acero de 13 metros de altura despidiendo al viajero sobre el túmulo de 21 metros que es la Atalaya de Bofill.