sábado, 22 de febrero de 2020

Auguste Rodin

MUSEO SOROLLA DE MADRID

Esta pequeña pieza, Psyque, vaciado en bronce, la data el Museo Rodin de París hacia 1905-1913 (fecha cuando se la regala a Sorolla) se exhibe en el Museo Sorolla de Madrid. Tiene, según la cartela, una historia singular. Durante uno de sus viajes a París, Sorolla visitó en estudio de Rodin. El escultor le regaló a Sorolla esta pequeña obra en yeso. Años más tarde, en 1917, el escultor valenciano y amigo de Sorolla, José Capuz la fundió en bronce. Hoy la podemos ver junto a una serie de objetos propiedad de Joaquín Sorolla en la exposición temporal Sorolla en 100 objetos en el museo que fue su casa y taller del pintor valenciano en Madrid.

Psyche. (1917) Bronce  35x10x10 cm


GALERÍA ODALYS

Paseo por la Galería Odalys de Madrid donde encontré esta pequeña escultura Tras el martirio, bronce sin fecha de ejecución. Esta galería tiene la peculiaridad de sorprender al observador y visitante con obras de autores como Rodin que no se espera encontrar.

Tras el martirio (S/F) Bronce ed. 11/99. 10,50 x 14.50

Galería Odalys en calle Orfila, 5 de Madrid.

RETRATO DE AUGUSTE RODIN

Este retrato de Auguste Rodin, una miniatura (130x100 mm.) que podemos ver en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, estaba atribuido anteriormente a la figura del rey Leopoldo II de Bélgica. atribuido a M. Paehler. Un ilustrador, Luis Pastor, descubrió el error y tras comprobar el propio Museo y el Museo Rodin de París la similitud con otras imágenes del escultor y del rey belga, se confirmó que la identidad del retratado que pasó a a ser desde 2019 Auguste Rodin.

Auguste Rodin. París h. 1902. Gouache sobre marfil 


RODIN: MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA DE MADRID

En el vestíbulo del Museo Thyssen de Madrid podemos ver, junto al acceso a la colección permanente cuatro esculturas de Auguste Rodin en mármol, hay que destacar que la primera imagen, Cristo y la Magdalena, es la única obra religiosa que se conoce de Rodin. Sobre las cuatro obras, cada vez que las observo en el museo antes de iniciar mi visita por la colección permanente, recuerdo la pasión con la que Rodin elogiaba la escultura clásica antigua y clásica: ...Decir que lo antiguo, ese claro retrato de la maravilla de la Vida, es bello es decir poco, es quedarse en el elogio superficial, pues la Belleza es un punto de llegada, no de salida, y algo solo puede ser bello si es verdadera.

Cristo y la Magdalena. Hacia 1905
102x77x70 cm Mármol. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

La muerte de Atenas (Lamentación sobre la Acrópolis). 1904-1906.
62x123x60 cm Mármol. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

El Sueño (El beso del ángel). Hacia 1905
75x100x50 cm Mármol. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

El nacimiento de Venus (La Aurora) 1906-1907
90x70x45 cm Mármol. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Un pormenorizado e interesante análisis de cada una de las cuatro esculturas se puede leer en la web del museo. El texto citado en:
Naturaleza y bellezaAuguste Rodin, Casimiro, Madrid 2020.

Auguste Rodin, en vestíbulo del Museo Nacional Thyssen- Bornemisza, en el Paseo del Prado, 8 de Madrid


RODIN: RODIN-GIACOMETTI: FUNDACIÓN MAPFRE DE MADRID

Esta exposición es continuación de la que ya comentamos de la que se exponía en Fundación Canal, de plaza Castilla de Madrid; ésta debía clausurarse el 10 de mayo. La pandemia del coronavirus ha paralizado desde marzo la ciudad, el país y Europa; muchas obras que vimos antes y que debíamos ver ahora quizá ya no estén en las salas, se hayan devuelto a sus lugares de origen: ésta se reanuda el 6 de junio. Hubiese sido, maravilloso haberlas visto varadas en silencio y soledad en las salas oscuras de la Fundación, como decía el propio Rodin, "El estudio de las obras maestras exige soledad" escribía en un artículo sobre un viaje a Roma, ciudad que ya había visitado treinta años antes, a la que volvía "Así, con mirada nueva y siempre maravillada como recorrí la Ciudad Eterna, ciudad verdaderamente eterna por cuanto es superior a todas las demás". Relata que los primeros días de su estancia no quería ver a nadie, su deseo era ver a los antiguos en las iglesias, en las viejas iglesias, esas maravillas que para disfrutarlas mejor hay que verlas en soledad. Luego, -añade- unos días después se dedicaría al propósito de su estancia: "la instalación, en el centro del patio del Palacio Farnese de mi estatua El caminante. Esa estatua había sido comprada por el Estado especialmente para colocarla ahí".

El hombre que camina. Modelo grande. Yeso) 1907

Esta obra que aquí encabeza esta entrada, cierra la visita de la exposición de la Fundación Mapfre. Es, como describe la cartela del "último periodo de su trayectoria artística, Rodin parece afirmarse en una nueva estética que desarma toda la historia de la escultura anterior y cuestiona el concepto académico de belleza. En ella podemos contemplar al apasionado artista que busca la belleza en los clásicos y el concepto del tiempo, tiempo en el que el artista griego capta el momento: había fijada en las obras griegas "un minuto, un segundo del móvil e infinito misterio" (Rodin). "El motivo de El hombre que camina permite al artista, a través del fragmento, del paso de un boceto a otro, desarrollar toda su imaginación y abrirse a la posibilidad de metamorfosis, incluso de lo monstruoso; derivaciones de la belleza de este hombre fragmentado que rehace a partir de un estudio para San Juan Bautista en el que había trabajado con anterioridad a 1887. La obra que vemos está titulada El hombre que camina el modelo de El caminante en bronce que Rodin menciona en su estancia romana, ambas de 1907. San Juan Bautista es una obra de 1880, la disposición de las piernas es igual a éstas aunque el Bautista tenía brazos y cabeza. El caminante estaba considerado "un compañero de la Victoria de Samotracia, creado por un genio del siglo XX", esta escultura suscitó el entusiasmo del público cuando fue presentada en el Salon de la Société Nationale des Beaux-Arts en 1907. 

Las sombras. Anterior a 1886 (fundición Alexis Rudier en 1928) Bronce
 Fundición en arena realizada para las colecciones del Museo Rodin de París

Balzac, busto sonriente (a veces llamado "según Lassalle") ampliación
ca. 1899 (fundición en 1998. Bronce fundición en arena realizada para
las colecciones del Museo Rodin de París.

Del grupo escultórico Monumento a los Burgueses de Calais (1889), trae la exposición una copia moderna elaborada en yeso, está muy transitada por los visitantes (se expone entre dos salas). Las imagen inferior es una fotografía en la que Giacometti, el otro protagonista de la exposición, aparece entre el grupo escultórico que representa una escena de la Guerra de los Cien Años; en ella un grupo de seis hombres se entrega a las tropas inglesas que asediaban la ciudad a cambio de la salvación de sus conciudadanos. La obras, detalla la cartela, que "en contra de lo habitual en la escultura conmemorativa, Rodin individualiza los rostros y los gestos de cada uno de los personajes y, al situarlos en un podio bajo, ofrece al espectador la posibilidad de relacionarse con la figuras y caminar entre ellas". La escultura fue encargada por el ayuntamiento de Calais y se inauguró en 1895.


Rodin-Giacometti, en Fundación Mapfre, Paseo de Recoletos, 23 de Madrid hasta el 23 mayo 2020.
Naturaleza y bellezaAuguste Rodin, Casimiro, Madrid 2020.


RODIN. DIBUJOS Y RECORTES: FUNDACIÓN CANAL DE MADRID

Dos torsos. (1890-1891) Yeso

Primero habría que explicar que hay dos exposiciones simultáneas en Madrid de Auguste Rodin y debería justificar por qué se ha de visitar antes una que la otra. Casi por cronología y por la temática recomiendo visitar primero Rodin. Dibujos y recortes, en la Fundación Canal de plaza Castilla de Madrid, donde se muestran parte de los trabajos preparatorios de las obras, y posteriormente, ya con los conceptos, dibujos y bocetos de muchas de ellas en la retina, visitar el excelente diálogo Rodin-Giacometti que se exhibe en la Fundación Mapfre, en la Sala Recoletos. En la exposición de plaza Castilla, en Canal, la organización recuerda que ésta es complemento de la de Mapfre, pero creo que lo correcto sería decir que es su inicio, donde el espectador comprenderá mucho mejor lo que vamos a ver luego en Recoletos.


Tres procesos de creación de bocetos: apunte a lápiz, apunte coloreado y apunte recortado.

Rodin. Dibujos y recortes es un pequeño paseo por el trabajo preparatorio Rodin para sus obras. Según el mural que inicia la exposición, ésta muestra es "una oportunidad excepcional de conocer el proceso creativo de Auguste Rodin (...) Apuntes que se tornan en dibujos, dibujos que se convierten en recortes, y recortes que dan lugar a esculturas: una experimentación que no sólo servia al artista como proceso mental en su creación, sino también como actividad lúdica, en ocasiones sin un propósito final concreto" (...) Los recortes "se muestran junto a dibujos afines y a esculturas que ayudan a comprender mejor la genialidad y los innovadores modos de expresión del considerado padre de la escultura moderna".

Estudio para Iris (1891-1892) Yeso

A través de la exposición veremos el proceso de trabajo de Rodin, desde que toma el apuntes al natural, lo colorea, recorte y pega sus dibujos; cómo utiliza el yeso como material intermedio entre la arcilla, el mármol o el bronce final. La muestra quizá no sea muy espectacular en tanto la cantidad de imágenes y obras, pero sí que lo es en lo que se refiere al conocimiento de como Rodin, uno de los últimos genios de la escultura, concebía y preparaba sus obras.

Pareja tumbada cerca de una rueda de la fortuna.
Lápiz grafito, acuarela y dos figuras recortadas y pegadas

Hombre. Terracota

Rodin. Dibujos y recortes, Auguste Rodin, en Fundación Canal, en Mateo Inurria, 2 (Plaza Castilla) de Madrid, hasta el 3 de mayo de 2020.

martes, 18 de febrero de 2020

Steve McCurry


En Leica Gallery podemos ver hasta primeros de marzo dos interesantes exposiciones del fotógrafo norteamericano Steve McCurry. La primera sobre China y la segunda, la que realmente me ha impactado, retratos icónicos. Esta última es una selección de fotografías de las que vale la pena sentarse y contemplar con serenidad cada uno de los personajes retratados y sostener, si se puede, sus miradas, unas frías, cálidas y cándidas, otras agotadas, desafiantes, resignadas. Fotógrafo de raza, viajero que -viajando con poco más que una bolsa de ropa y películas de fotografía-; cubre con su trabajo un amplio espectro -conflictos, culturas desaparecidas, tradiciones antiguas y cultura contemporánea- Es fácil imaginar que lo que se pretende con la exposición es que el espectador se recree en las obras, porque ninguna tiene título, ni lugar, ni referencia técnica; por lo espectador, que tampoco precisa de esos datos, sólo debe imaginar qué hay detrás de cada uno de esos personajes, de esas poderosas miradas.


Cabe recordar, según relata la presentación escrita en la pared de la galería a la que es todo el texto en cursiva, la icónica fotografía de la Chica Afgana. "Después de varios meses de viaje (por la India), cruzó la frontera hacia Paquistán En una pequeña aldea se encontró con un grupo de refugiados de Afganistán que lo ayudaron a sortear la frontera justo cuando la invasión rusa estaba cerrando el país a los periodistas occidentales. Vestido con vestimenta tradicional, barba y rasgos desgastados por el clima después de meses conviviendo con los muyahidines, McCurry se dirigió a la frontera de Pakistán con sus rollos de fotografía cosidos en su ropa"; aunque como podemos comprobar el interés por la obra de McCurry es mucho mayor, por lo que es muy recomendable la visita a la galería.



Steve McCurry en Leica Gallery, en Ortega y Gasset, 34 de Madrid, hasta principios de marzo de 2020.



miércoles, 12 de febrero de 2020

Jerónimo Salinero


Jerónimo Salinero en el cuadríptico despegable de su exposición Propuestas, que él mismo prologa, se pregunta, o afirma con dudas, haber hecho esta exposición, por si el hilo de la muestra se rompe ante el espectador, porque en ella nos propone un recorrido a través del tiempo por su obra -algunos pensarán que son tres o cuatro pintores, me decía unos días antes-. Salinero pintor, grabador y cómo no, poeta. Y esta duda, de cuántos autores exponían, aunque fuese uno solo, que los que estábamos allí no lo dudamos siguiendo el hilo de la muestra, se trasladaba entre los compradores a cuál de las obras era más Salinero. Posicionarse es difícil, todos son Salinero.


El debate, si es que lo hubo, giró entonces en torno al concepto de las obras, si éstas eran cerradas, -hay que recordar su anterior exposición. Divertimento en el que las composiciones se formaban sobre campos cerrados por cuerdas caídas aleatoriamente sobre el lienzo- si eran composiciones abiertas, en las que los colores se expandía libremente en la obra sin más límite espacial que el que permitía el soporte: papel o lienzo. La conversación parecía girar más en torno a un concepto físico, que recordaba en cierta manera a la expansión del universo, si éste era finito o infinito en el que se jugaba, como Salinero hace de forma magistral, con la materia, que sobre un concepto artístico: La cuerda como pretexto, pero el leitmotiv es otro: la paleta, -resume el propio Salinero parafraseando al crítico de arte Tomás Paredes- La materia hecha piel del tiempo... particular, mágico. Un viaje en el espacio y en el tiempo; lo particular y lo mágico que hay que degustar, debatir y reflexionar en la sala, frente a la obra.


Propuestas, de Jerónimo Salinero en Galería Orfila, en calle Orfila, 3 de Madrid, hasta el 22 de febrero de 2020.




DIVERTIMENTO PARA CUERDA
Galería Orfila. Febrero-Marzo 2015


Tienen los fotógrafos un momento mágico que llaman la hora azul. Es la hora en la que la luz artificial de la ciudad se compensa con la luz natural y los colores van tomando tonalidades azules que los saturan. Es uno de los momentos idóneos del día, al amanecer y al atardecer; dura unos pocos minutos, pero es la hora ideal para hacer buenas fotografías. Lo mismo ocurre después de la inauguración de una exposición, dos días después puede ser la hora azul para el espectador, cuando las obras aún conservan todo su colorido y el ambiente de la sala parece saturarse de los reflejos, que la luz natural que llega de la calle y la luz artificial de los focos, arrancan de los lienzos. Es el momento idóneo para pasear junto al artista e ir desgranando impresiones que horas después, acostumbrado el ojo a la visión deslumbrante del color, éste parece difuminarse.


Jerónimo Salinero me estuvo contando qué es su Divertimento para cuerda, la exposición que presenta en Galería Orfila, aunque más que contar en qué consiste su explicación se refería a qué materiales usa: colas, resinas, aglutinantes y, sobre todo, la inspiración, y sobre la inspiración la intuición y la improvisación: la obra no está preconcebida, ni pensada a penas, simplemente surge. El paseo es agradable, la conversación fluye entre matices de las obras y los conceptos que los espectadores y los artistas tenemos de ellas independientemente de los críticos.


"De hilo, cuerda, instrumento, idea y obra, está construida el alma". La cuerda, no busca una forma sobre el lienzo, sino que cae caprichosa y aleatoria, y dibuja en la superficie formas y planos sobre los que se van conformando espacios independientes, espacios que delimitan en cada uno un microcosmos propio, donde se enfrentan colores, formas y texturas. He sentido durante el paseo la tentación de tocar los cuadros, los azules, los ocres, las superficies cuarteadas, los materiales lisos, las áreas rugosas y segmentadas, cortadas e independientes. Existe en alguna de las obras algo de ingenuo y surge la palabra, una y otra vez, art brut, la ingenua composición del loco, la expresión infantil donde un amarillo se enfrenta al siena o donde un área oblonga se esboza en un rosto,o donde en un óvalo se insinúa un ojo: "mira como la cuerda perfila la superficie, delimita el musical revuelo de las formas, que como notas se cruza, buscando el deseado encuentro".


En ocasiones no es necesario preguntar mucho, ni se precisa investigar demasiado como decía un maestro, sino seguir la recomendación del autor: salir y ver, disfrutar la sensación que se desprende del cuadro, seguir con ojos atentos el juego que la cuerda nos insinúa: los planos, los tiempos, los colores y las texturas, sin más influencia para nuestros sentidos que la obra misma.


Divertimento para cuerda, de Jerónimo Salinero, en Galería de Arte Orfila, en la calle Orfila, 3 de Madrid, hasta el 10 de marzo de 2015.

martes, 11 de febrero de 2020

Xu Hongfei: Gorditas


Interesante exposición temporal e itinerante del escultor chino Xu Hongfei, titulada Gorditas, de la que prácticamente no  tiene referencias el espectador; y tampoco apenas tiempo: Dos semanas es muy poco tiempo par hacer un recorrido que se nos antoja caprichoso: tres esculturas se pueden ver en el patio de Conde Duque -Hermosa melodía, Canción próspera y Buen tiro- y otras tres frente a la entrada del Ayuntamiento en la plaza de Cibeles, -Flor voladora, Feliz y El beso- esta última estuvo durante tres días frente a la Junta de Distrito de Usera, donde volverá y se quedará según deseo de propio escultor.


Según el breve comentario de presentación de la exposición Xu Hongfei ofrece una visión de la vida cotidiana en China y su interés por mostrar placeres simples, ordinarios y cotidianos en los que sus ciudadanos encuentran la felicidad como un beso, montar en bicicleta o pasear junto a seres queridos. La muestra se ha podido ver también en varios países desde Francia a Australia, Perú o Colombia. Ineludiblemente se le compara y recuerda a Fernando Botero -quien también expuso sus esculturas en el paseo de la Castellana y regaló dos de ellas la ciudad-. Se echa en falta también información in situ de cada una de las obras e identificar sobre todo al autor porque muchos viandantes se han llevado alguna instantánea creyendo que las obras son, erróneamente, del colombiano. Para concluir señalar que mañana es el último día de exposición.


Gorditas, de Xu Hongfei, en Conde Duque y plaza de Cibeles, de Madrid hasta el 12 de febrero de 2020.


domingo, 9 de febrero de 2020

Hans Op de Beeck

Timo. Poliéster y cristal (42 x 67 x 65 cm.) 2018

Con esta escultura realista de Hans Op de Beeck, (Bélgica, 1969), titulada Timo, en la atenta lectura de la hoja informativa de la Galería Max Estrella donde se expone, el artista introduce al espectador en "escenas cotidianas" con el fin de rescatar tiempos pasados. La obra, añade, está "envuelta en un halo de teatralidad, la representación de un niño jugando a las canicas a escala real interpreta a la infancia del espectador invitándole a explorar capas más profundas de su memoria. El mismo cuerpo del niño en un gesto sin consecuencias, conecta con este concepto de un antropocentrismo cotidiano. Nos direcciona hacia un ámbito donde poder buscar los recuerdos aparentemente perdidos". Tanto el título de la muestra La Magdalena de Proust: Antropocentrismo cotidiano, al que se acompaña en el encabezamiento de la hoja con un texto de Marcel Proust de Por el camino de Swann, primer volumen de En Busca del tiempo perdido, intenta, y consigue, de manera sencilla, traer a la memoria del espectador actos y atmósferas de un pasado tan lejano y a la vez reciente que sabores, olores, la lectura de un pasaje, la contemplación de una obra de arte o la interpretación de una melodía o, en este caso, los juegos, el juego de las canicas, hacer fluir y rescatar percepciones que un día fueron placenteras a la mente de quien los observa y así volver a recuperarlas por tan sólo un instante.

La muestra se complementa con las obras de cinco autores más con fotografía, pintura, dibujo y escultura.

La Magdalena de Proust: Antropocentrismo cotidiano, colectiva, en Galería Max Estrella, calle Santo Tomé, 6 de Madrid, hasta el 4 de abril de 2020.

sábado, 1 de febrero de 2020

Chema Madoz

GALERÍA ELVIRA GONZÁLEZ

Imagen del tarjetón que se envía a los invitados de la exposición, una obra, como toda la obra expuesta, como la misma exposición, como toda la sala, todo parece puro surrealismo. No te la pierdas.



Chema Madoz, en Galería Elvira González, en calle Hermanos Álvarez Quintero, 1 de Madrid. Abril 2021.


REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID

Es como si todos hubiésemos visto siempre la obra de Chema Madoz. Al pasear por la inmensa sala del Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid, se tiene la sensación de haber estado frente a esa nube enjaulada, el cactus que crece en un dedal o la hoguera de cabos de lápices, siempre hemos creído estar frente a ellos alguna vez. Madoz es el Magritte de la fotografía, he creído siempre.


Chema Madoz opera con los elementos de la naturaleza de la misma manera en que lo hace con los objetos, buscado asociaciones, desplazamientos, metamorfosis, parentescos, combinaciones yuxtaposiciones, encuentros fortuitos. Ajeno a las clasificaciones habituales, trastoca las reglas y despliega su fantasía cambiando la naturaleza de las cosas. (De la exposición La Naturaleza de las cosas. Olivia Martínez Rubio, comisaria de la exposición).

La Naturaleza de las cosas, de Chema Madoz, en Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico , en plaza de Murillo, 2 de Madrid, hasta el 1 de marzo de 2020.